¡Misión cumplida in extremis! Jesús Calleja y su equipo consiguen lo imposible, reparar y hacer funcionar un reloj histórico en Rinlo que llevaba más de 30 años parado

  • El reloj abandonado y parado desde hace 30 años, estaba oxidado y no funcionaba

  • Jesús Calleja y su equipo logra revivir un reloj histórico y muy importante para los habitantes de Rinlo

  • Debido a la antigüedad del reloj y al mal estado en el que se encontraba, no se fabrican algunas de las piezas y se han tenido que crear desde cero

En este programa de 'Volando voy', Jesús Calleja y su equipo visitan la Mariña Lucense, en concreto, la localidad de Rinlo, en Lugo. El programa ha elegido este lugar, por el encanto que tiene y por una misión muy importante, reparar y poner en funcionamiento un reloj histórico que preside la fachada de un edificio. Para los habitantes de Rinlo, este reloj es muy importante ya que tiene una gran carga sentimental y la gente de este pueblo estaba acostumbrada a escuchar sus campanas. Por otro lado, para los relojeros es una gran apuesta, ya que es un reloj con una maquinaria muy especial y en muy malas condiciones.

El estado actual del reloj es pésimo, lleva más de 30 años sin funcionar, está muy oxidado por su cercanía al mar y ya no existen piezas para esta maquinaria. El programa no solo quería reparar el reloj, también unas campanas que acompañan a este reloj y suenan con cada hora, que tampoco funcionaban ni estaban en buen estado.

Jesús Calleja y su equipo comenzaban el programa, desmontando la maquinaria del reloj, metiéndola en una furgoneta y llevándosela al taller para dejarlo como nuevo. Después de unas semanas en reparación con algunos inconvenientes, el reloj de Rinlo regresaba al pueblo y los expertos relojeros que lo habían reparado, seguían con muchas dudas de su funcionamiento. Tenían el miedo de que una vez acoplado de nuevo, la maquinaria no funcionase bien.

Tan solo quedaba media hora para las 12:00, momento en el que se quería comprobar que el reloj funcionara bien y algo del engranaje de la maquinaria no iba bien, el momento se tensaba y uno de los relojeros decía: "No llegamos a las 12". El principal problema que tenían es que uno de los pasadores estaba suelto y la hora no marchaba bien. Una vez solucionado, todos volvían a sonreír y cuando solo quedaban 5 minutos para las 12, Jesús Calleja salía con los vecinos que estaban fuera y afirmaba: "¡El reloj funciona!".

Una vez el reloj apunto, solo quedaba comprobar que las campanas dieran las horas y funcionaran correctamente, así era, a las 12 en punto, comenzaban a sonar las campanas y todo el pueblo saltaba de alegría.

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