Ibrahim Zaita tenía 15 años cuando llegó a España procedente de Marruecos. Vino solo, con la esperanza de lograr una vida mejor. Pero lo que se encontró nada tenía que ver con el “paraíso en la tierra” que se decía que era Europa. “Te encuentras con que la realidad que esperas es una mentira”, cuenta a ‘Todo es mentira’.
Como muchos de los jóvenes que llegan a España, Ibrahim pensaba que iba a encontrar un país en el que iba a poder trabajar, con “una sociedad abierta y que te acepta y que enseguida te ibas a poder integrar”. Pero la realidad no fue así: se encontró con que debía hacer un proceso de integración, aprender el idioma y la cultura…
El ahora educador social nos cuenta que cuando llegó a la península pasó “mucho miedo” y que lo que pensó fue que no sabía lo que iba a ocurrir ni cuándo podría volver a ver a su familia. “La dureza es que cuando estás aquí te encuentras la realidad, es otra galaxia. Yo lloraba muchísimo”, explica.
Ibrahim llegó a Almería y luego se fue a Cataluña porque tenía familiares allí y esperaba que pudieran darle cobijo. Pero las cosas no ocurren como esperaba y acaba viviendo en la calle. A los pocos días “me cogen los mossos y me llevan a un centro de protección de menores”, nos cuenta.
Para Ibrahim, acabar en un centro de menores le permitió llevar a cabo el proceso de integración que ha culminado dedicándose a ser educador social y ayudando a otras personas. Además, afirma que si no llegan a llevarle allí, pronto hubiera tenido que delinquir para salir adelante. “En la calle me encontré gente que me quería ayudar, pero a cambio de algo. Se me ofreció domicilio, pero a cambio de trapicheo, trabajar con droga”, explica. Y añade: “Doy gracias que me rescataron a tiempo”.