Doctores con estancias en el extranjero sobreviven dando clases a escolares

  • Somos de los últimos países de Europa en innovación y desarrollo

  • Polonia, Portugal o Grecia invierten un porcentaje mayor de su PIB

  • Celia Arroyo de Toledo sobrevive dando clases escolares en España

Si nos hemos dado cuenta de que algo es importante durante la pandemia es la investigación científica. Sin embargo, no parece que tenga una traducción en presupuestos públicos. Somos de los últimos países de Europa en innovación y desarrollo según los últimos datos de Eurostat conocidos en 2019 (https://europa.eu/!Dv37Wj) hasta Polonia, Portugal o Grecia con menos renta per cápita invierten un porcentaje mayor de su PIB que nosotros en I+D.

Debe ser difícil explicar al resto de Europa que, por ejemplo, los investigadores del CSIC que están trabajando en la vacuna contra el covid-19 son jubilados que cobran la pensión. Pero si salimos del estudio de la vacuna. Nos encontramos con casos para llevarse las manos a la cabeza como el de Celia Arroyo de Toledo. Esta doctora en Biología después de investigar en Francia, Grecia o EEUU sobrevive en España dando clases a escolares y con la ayuda de su madre pensionista. Por otro lado y por si fuera poco en la carrera de una científica, Celia, fue de las primeras en denunciar el acoso laboral que existía dentro del mundo científico.

Otra situación que nos encontramos es la de investigadores que tienen las maletas hechas para emigrar al extranjero ante las condiciones que se encuentran aquí. Son los casos de Pedro Bermejo un neurólogo que se va a Bélgica o Sonia Nocera, investigadora en el Instituto Ramón y Cajal, que se va a Estados Unidos.

Hartos de que políticos de diferentes gobiernos y distinto signo les digan que no hay dinero para investigar, algunos como Fernando de Castro (científico titular del CSIC) han hecho comparaciones del despilfarro de algunas partidas de la Administración como ha sido el cuestionado rescate de la aerolínea Plus Ultra y su equivalente a presupuestos científico. Pero será por gastos.

Por ejemplo, ¿para que podría dar la silla de dirección de cerca de mil euros del ministro de la Seguridad Social José Manuel Escrivá? Eso nos lo contesta en “carne propia” Fernando José Prado presidente de la Científicos Retornados a España (CRE). Trabaja como investigador a tiempo parcial, también da clases por la tarde en la Universidad y colabora con la Comisión Europea.

Su sueldo varía según el mes pero oscila entre los 1.800 a 1.200 al mes. La silla de Escrivá y un poco más. Dicen que sin ciencia no hay futuro. Es ella la única que ha permitido a la humanidad avanzar. Sin embargo, parece que en España a los que la generan no les espera un gran porvenir.