Análisis de Chicory: A Colorful Tale, una adorable aventura de un perro y un pincel de colores

  • Chicory: A Colorful Tale es una pintoresca y adorable aventura de un perro con un pincel mágico

  • Saca tu lado más artístico mientras pintas el pueblo de Picnic y resuelves puzles

Los videojuegos son un arte, reconocido por muchos, pero en ocasiones no apreciadas por otros. Ver obras que destaquen por su dirección artística, por lo que exploren o que nos abran las puertas de un museo entre otras cosas hacen que se eleve a este término. Pero en el caso de las desarrolladoras siempre buscan estar un paso por delante, proporcionando experiencias visualmente atractivas y bellas al ojo del usuario.

No tenemos que buscar mucho para conocer los casos de Okami, todo un homenaje al arte japonés, o en el caso de Nubla, que abrió las puertas del museo Thyssen-Bornemisza para conocer sus obras y al mismo tiempo entretener. Luego tenemos otro caso más que pretende romper la cuarta pared, interpretar al artista dentro del arte, como ocurre con Chicory: A Colorful Tale.

No sólo fomenta a nuestro simpático protagonista, sino que al mismo tiempo estimula las capacidades artísticas que cada uno tenemos en nuestro interior dentro de una entretenida aventura. Con estas bases sentadas nos introducimos con Chicory: A Colorful Tale, un videojuego que además propone una aventura de alrededor de ocho horas que derrocha simpatía por los cuatro costados.

El poder de la creatividad

Una de las principales curiosidades del juego es la presencia de la comida en muchos lugares, ya sea por el nombre de su mundo que recibe la denominación de Picnic o como se conocen a sus múltiples áreas. Sea como fuere, los perros son unos auténticos fanáticos de la comida y por eso bautizaremos en un primer momento al protagonista con nuestro plato o alimento preferido. De esta forma, este personaje se verá enfrascado en una gran aventura al toparse con un pincel mágico, que anteriormente fue portado por un famoso artista y que ahora está en su poder. Poco después nos daremos cuenta de que el color de este universo se ha desvanecido, lo que da lugar al comienzo de unas divertidas andanzas.

Si por algo destaca su argumento es por todo lo que deja entrever. Ahonda en muchos conceptos, como la transición desde ser un niño hasta convertirse en adulto, con todo lo que conlleva detrás. El experimentar, probar y todas las etapas que hay que atravesar desde la niñez hasta formarse como persona. Por otra parte, destaca en el concepto de la perfección. ¿Qué se define como la perfección absoluta? ¿Es mejor ser un perfeccionista y frustrarse o conformarse con lo que se tiene y ser feliz? Estas son algunas de las cuestiones que encontramos a lo largo de la historia.

Controles para todo tipo de jugadores

Una vez completamente metidos en materia tenemos a nuestro pequeño personaje con la misión de volver a dar color a la ciudad con tonalidades como el rojo, azul y amarillo. Sin comerlo ni beberlo en cuestión de minutos tendremos total rienda suelta a explorar este mundo y dotarlo de color. Empezaremos con mapeados prácticamente en blanco y gracias a las bondades de Nintendo Switch controlaremos la dirección de la brocha e ir dotándolo de colorido. Ya sea con los Joy-Con e ir apuntando donde colorear o simplemente con la pantalla táctil y los dedos, tenemos una gran libertad para jugar de forma sencilla y simplificada.

Uno de los modos de control más destacables lo encontramos en su sistema por sensor de movimiento, realizando pinceladas con las manos y creando una experiencia más inmersiva. Como ya habéis podido intuir, el juego se basa en pintar y colorear todo lo que encontremos a nuestro paso. Una casa, un cercado, el propio paisaje... ¡Todo lo que se encuentre a nuestro alcance! El pueblo de Picnic ha perdido todo su colorido y pintar todo usando la imaginación y el estilo propio de tu artista interior será la clave. Eso sí, a pesar de tener zonas completamente libres existen otras restringidas por un único color y habrá que descubrir cuál de ellos es.

Esto se intuye a través de una energía oscura que ha drenado la tonalidad, por lo que también se fomenta la exploración en todas las áreas que componen Chicory: A Colorful Tale. Por otro lado, son muy interesantes los pequeños puzles que introduce y mazmorras que implican una gran interacción sobre el entorno y los colores. Desde un inicio puede pensarse que estas mecánicas sean bastante limitadas, pero no lo es así, siendo bastante gratificantes y muy entretenidas. Iluminar zonas concretas o descubrir palabras ocultas en las paredes son algunas de las frecuentes. Utilizar este pincel mágico al mismo tiempo que resuelves puzles será una tónica habitual, que en más de un momento sacará sonrisas.

Puzles, mazmorras y combates a golpe de pincel

Si esto parece poco de por sí, el juego integra secuencias de combate y como no el pincel es el protagonista. La energía que posee el universo de Picnic se manifiesta de múltiples formas y llenarlas de color con el pincel será la auténtica forma de combatirlos. En cuestión de segundos notamos lo sencillo que es, al mismo tiempo que se descubre que esa jugabilidad ha sido bien ajustada entre movimiento, desplazamiento del personaje y formas de atacar. Los combates son muy variados, por lo que desafía a investigar varias mecánicas y ponerlas en práctica.

Como bien decíamos anteriormente, la interacción con los entornos es otro de los puntos fuertes. Hay zonas escondidas que al ser pintadas revelan secretos ocultos como personajes que habían quedado atrapados e incluso objetos. A medida que se vayan encontrando se desbloquearán todo tipo de elementos para personalizar tu pincel, tales como un cursor mayor, tamaños ajustables o la posibilidad de convertirlo en una caja de herramientas. Una curiosidad la encontramos en su sistema de ayuda, pudiendo llamar a través de una cabina telefónica a los padres del protagonista y que otorguen pistas, algo que ya pudimos ver en clásicos como Earthbound o Mother.

La simplicidad en los diseños de personajes y entornos es quizás uno de los elementos más llamativos, al igual que el increíble derroche de color que se va dando poco a poco en el mundo. Nos ha llamado mucho la atención lo bien que quedan las fusiones de colores entre los mapeados al igual que el delineado de la forma del protagonista y elementos lo hacen algo único. El estilo transmite mucha simpatía, dando diseños que entran y muy bien por los ojos y que cuya personalidad es muy grande. La interacción con el mundo es notable, al igual que las mecánicas unidas a esta. Se mueve a una cantidad de FPS bastante estale en Nintendo Switch pero en algunas zonas con mayor cantidad tiene a caer y producirse ralentizaciones durante un instante. Una banda sonora con tintes instrumentales tranquilos y efectos sonoros poco destacables completan su aspecto técnico.

En definitiva…

Chicory: A Colorful Tale es un juego muy entretenido y distinto, sobre todo diferente. Finji ha apostado fuerte por traer una experiencia divertida y que se desmarque de muchos juegos del catálogo indie y lo ha conseguido con creces. Su duración es aceptable y ajustada a su precio, además de ofrecer una dificultad creciente que al final no supone un gran desafío, pero ayuda a mantenerse pegado a los mandos. Si buscas algo diferente, con lo que desatar tu creatividad y estar acompañado de simpáticos personajes, Chicory: A Colorful Tale te encantará.

*Hemos realizado este análisis con un código de review para Nintendo Switch facilitado por ICO Partners.