Jesús trabaja en un restaurante y fue testigo de cómo miles de viajeros quedaron atrapados por la nieve. Intentaron ayudar a los viajeros: “Lo solucionamos como pudimos, les dimos agua, bizcocho, galletas y por lo menos que no pasaran frío en los coches, arropamos a los niños con manteles”. Para Jesús fue una noche “muy dura” en la que la luz iba y venía, se quedaron sin combustible para el motor: “Si los responsables pasaran una noche como esta, a lo mejor no volvía a ocurrir”.