Junqueras recibe entre 300 y 500 cartas a diario, unas 2.000 semanales y, como consecuencia, el servicio postal de la prisión de Estremera está saturado. Y es que los funcionarios, aunque no pueden abrir las cartas, sí tienen que comprobar remitente y destinatario y revisar que en su interior no hay ningún objeto o sustancia prohibida.