En mayo de 2010, Rodrigo Rato contrató a su excuñado, Alarcó, por un sueldo de 10.000 euros al mes. Un año y medio después, le dobló la nómina en plena crisis, hasta los 240.000 euros al año y con efecto retroactivo mientras la entidad se hundía. Por último, Rato autorizó otra subida salarial hasta los 420.000 euros.