La cita de Carlos y Jonathan ha ido mal de principio a fin. Al principio porque, extrañamente y después de darle dos besos, Carlos le ha dado la mano a Jonathan como si no se lo hubieran presentado todavía. Y al final, porque las diferencias entre estos dos solteros de fuerte carácter han ido creciendo hasta que les ha tocado despedirse para siempre.
La cena se ha puesto muy tensa desde el momento en el que los dos han comenzado a discutir por Rosalía: Carlos defendiendo que es un icono y una representante de la música española y Jonathan diciendo que es una “flamenca, feminista y animalista” de palo.
La trifulca musical no ha terminado ahí. Para Carlos, la música clásica es muy enriquecedora para el ser humano y así se lo ha dicho a Jonathan, que no ha mostrado ningún interés, a pesar de que los argumentos de su compañero de cena están avalados “por la ciencia”. A él le interesa más la fiesta, porque suele salir de juerga y “llegar al curro de empalme”, si es necesario.
Todas estas rencillas han llegado a su punto máximo en la sala de la decisión final, cuando los dos se han rechazado plenamente y Jonathan le ha reprochado a Carlos que haya estado “intentado darle lecciones de la vida” durante todo su encuentro.