La nieta de Serrat relata su "hora de pánico" al sentirse "intimidada" por un hombre en el AVE

Noticias Cuatro 26/07/2018 18:41

“Una de las situaciones más desagradables que he vivido nunca”. Con esas palabras definía Luna Serrat, nieta del popular cantautor catalán Joan Manuel Serrat, la “hora de pánico” que vivió al verse "intimidada" por un pasajero que le tocó de acompañante en el trayecto en AVE desde Huelva a Madrid.

A través de Instagram, la joven veinteañera ha querido relatar y denunciar la situación que vivió:

“Hoy a las 17:50 he cogido el AVE Huelva-Madrid. A mi lado, un señor americano con pinta de pocos amigos. Sin duda no era el compañero ideal de 4 horas de viaje”, escribe la periodista, explicando que nada más verla la “chequea de arriba abajo” antes de sonreir.

“Me pongo nerviosa, saludo y me siento. Sin parar de analizarme me dice que no habla castellano pero quiere aprender; que le ayude. Le digo que estoy ocupada y sigo a lo mío”, continúa, para pasar a describir que el hombre llevaba “una cantimplora que cada vez que la abría atufaba el vagón a alcohol”.

Tras ello, cuenta, este pasajero se puso a ver ’50 Sombras de Grey’, pidiéndole que vea la película, basada en la novela erótica de la escritora británica E.L. James, junto a él.

“Su torpeza con el castellano me sirve de excusa y digo que no le entiendo. Él insiste y yo me giro. En cada escena de sexo se ríe, me mira, me siento intimidada, y a él le gusta”, relata.

“NUNCA ME HABÍA SENTIDO TAN DESNUDA”

“Yo, que juraba que cuando me viese en una situación así sabría afrontarla, me vi contra la ventana, tapada por mi bolso y chaqueta, lo más alejada que podía de él, sin escuchar música y sin leer por miedo de quedarme dormida”, prosigue tras manifestar que aquella fue “la peor hora” que recuerda. “Ni siquiera me rozó y nunca me había sentido tan desnuda”, escribe.

“El señor seguía mirándome y seguía gritando en cada escena en la que aparecía la chica en la cama. Me ponía caras y me invitaba a ver la película con él”, describe, afirmando que “te he dicho que no” fue la última frase que pronunció.

Tras esos instantes de “pánico”, explica que al ver un revisor encontró “el momento perfecto” para levantarse y contarle la historia “sin detalles”, porque, afirma, le daba “mucha vergüenza”.

“Notó al segundo lo que estaba pasando. Mis lágrimas, mi voz entrecortada… lo decían todo”, explica, llegando al final del relato.

"NADIE MERECE UNA HORA DE PÁNICO"

“No hay más. No me pasó nada. Ni me tocó. Sé que el tema es delicado y soy consciente de que no siempre es tan fácil pedir ayuda. Puede resultar exagerado pero nadie merece una hora de pánico”, concluye, expresando el temor que siguió sintiendo a continuación ante la posibilidad de que el hombre volviese a verla y acercarse a ella para preguntarle por qué había cambiado de asiento.

De hecho, afirma, tras salir del baño volvió a encontrarle. “Nada más salir le vi. Me sonrió. Creo que se burlaba de mí”, afirma.

Finalmente, todo terminó cuando llegó a Madrid, donde su madre la esperaba. “Era la única persona que quería ver”, cuenta, antes de lanzar un mensaje de denuncia:

Ni conmigo. Ni con nadie. Siento la necesidad de contarlo. No me perdonaría que le pasase a mi hermana pequeña y que por vergüenza no me lo dijese, o que porque se crea la única no sea capaz de reaccionar”, finaliza.