Comienza el despliegue: los mineros, al rescate de Julen

Ruben Fernández 24/01/2019 14:15

Después de un trabajo contrarreloj, por fin ha comenzado el despligue para descender por el túnel que llevará a los mineros hasta el paralelo del punto en el que, se estima, se encuentra el pequeño Julen. Ya se ha habilitado la carpa en la que descansarán y harán turnos los mineros y el operativo de descenso se ha puesto en marcha que incluye expertos espeolólogos y bomberos.

Después de un trabajo contrarreloj, por fin ha comenzado el despliegue para descender por el túnel que les llevara hasta el paralelo del punto en el que, se estima, se encuentra el pequeño Julen. Ya se ha habilitado la carpa en la que descansarán y harán turnos los mineros y el operativo de descenso se ha puesto en marcha, que también cuenta con espeolólogos expertos en explosivos y bomberos.

La mastodóntica operación desarrollada para rescatar a Julen encara ya el último tramo: los cuatro metros que se han de excavar de forma manual para conectar el túnel paralelo y vertical con el pozo de 25 centímetros de diámetro y 107 metros de profundidad por el que cayó el pequeño Julen.

No será una tarea fácil, como tampoco lo ha sido sopesar la agónica espera transcurrida desde aquel nefasto domingo 13 de enero en el que se produjo el suceso. Desde entonces, centenares de efectivos, entregados a una causa que han abrazado “como si Julen fuese el hijo de todos”, han trabajado día y noche, sin descanso, en una aterradora lucha contra el tiempo en la que la directriz ha sido siempre –y lo sigue siendo– salvaguardar la seguridad y evitar derrumbes y desprendimientos que puedan comprometer la operación para encontrar al pequeño de dos años.

Con Totalán, Málaga, como epicentro, toda la sociedad permanece en vilo y atenta a la operación de rescate. Incluso más allá de las fronteras de España, las últimas novedades se siguen con expectación desde distintos medios internacionales.

La brigada de salvamento minero

Ahora, todas las miradas y todos los focos apuntan a ellos: los expertos de la Brigada de Salvamento Minero de Hunosa, Asturias, destinados y decididos a acometer de forma manual los últimos cuatro metros que llevarán hasta Julen; a conectar el túnel vertical con el punto del pozo en el que esperan encontrarle. Son el último eslabón de una cadena de trabajo que no ha parado de encontrarse problemas en una lucha titánica contra la naturaleza de un terreno que ha opuesto resistencia casi en cada paso.

No se sabe, siquiera, si ellos tendrán que enfrentarse también a esos bloques de extraordinaria dureza que incluso para la maquinaria más avanzada han supuesto todo un desafío.

En total, serán ocho los especialistas que trabajarán en turnos de 40 minutos formando equipos de dos o hasta tres miembros, y excavarán de forma manual, con picos, palas y martillos neumáticos.

Las reducidísimas dimensiones del espacio en el que tendrán que operar, tras bajar por una cápsula creada para la cusa a modo de elevador, –de tan solo 1,05 metros de diámetro y 2,5 de altura–, sumado a esa necesidad imperante, tanto por la seguridad de Julen como por la propia, de no provocar ningún desprendimiento que derrumbe toda esperanza, ponen ante los miembros de la Brigada de Salvamento Minero el reto más difícil y más mediático.

En este contexto, el tramo final de la operación encierra también una enorme complejidad, pero trabajando en él se halla una brigada que suma más de 100 años de experiencia trabajando en los lugares más angostos, en las profundidades de la tierra, en ambientes casi irrespirables y verdaderamente claustrofóbicos. Son la élite del rescate en profundidad, y están seguros de poder completar su objetivo con éxito.

Sergio Tuñón coordina al equipo de héroes

Como coordinador de la parte más sensible del rescate se encuentra Sergio Tuñón. Él es el líder de la brigada destinada a encontrar a Julen y quienes le conocen aseguran que hará todo cuanto esté en su mano por sacar al pequeño del pozo. Todos están convencidos de poder hacerlo y, rehuyendo al foco mediático desde la humildad, reservan toda su concentración para la tarea clave que les ha sido encomendada.

Incansables y extraordinariamente valientes, tras la agónica espera llega la hora de asumir el gran reto y entrar en acción. No hay nadie mejor preparado, y llevan la mina en la sangre. Conocen sus riesgos de primera mano, y los asumen, como en cada intervención, con entereza y profesionalidad.

Lázaro Alves, uno de ellos, hubo de sufrir cómo la mina se llevaba a su padre en uno de los mayores accidentes del carbón: fue en el pozo de San Nicolás, y fallecieron un total de 14 mineros. Desde entonces, su vida la ha dedicado, precisamente, al rescate de todos aquellos que, bajo la superficie de la tierra, claman en situaciones desesperadas por recibir apoyo y ayuda.

Fotografía cedida por Álvaro Fuente / Hunosa

Un orgullo para todos

Con el peso de la esperanza y la expectación mediática sobre sus hombros, en un ambiente asfixiante y en una lucha definitiva contra el reloj, los mineros asumen una labor ahora aplaudida, bendecida y honrada desde la máxima admiración. Todos quieren insuflarles ánimo, apoyo y cariño.

El rescate de Julen ha vuelto a poner en valor ese trabajo, tantas veces olvidado o dejado atrás, que tantos mineros han desarrollado y siguen desarrollando en las profundidades de la tierra. La suya es una profesión de riesgo que pervive a los avances de la técnica; una tan peligrosa como inestimable.

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