La joven estadounidense que se sacó los ojos: "La vida es mucho más bonita sin drogas"

Noticias Cuatro 10/03/2018 13:28

Tras haber estado ingresada en el Greenville Memorial Hospital y en un centro psiquiátrico durante un tiempo, la joven fue dada de alta el pasado uno de marzo. Ahora, Kaylee asegura que su vida ha dado un giro positivo y que se encuentra muy animada, aunque ya no tenga vista: “Es la misma vida, pero estoy aprendiendo todo de nuevo. La vida es más bonita ahora, es mucho más bonita de lo que era con las drogas. Vivía en un mundo horrible”, declara a People.

Kaylee había estado consumiendo distintas drogas desde que unos compañeros de trabajo le ofrecieron marihuana y metanfetamina. “Estuve despierta durante tres días seguidos y me grabé en vídeo mientras estaba drogada. Tuvieron que llevarme a casa. Cuando estuve sobria y miré los vídeos, decidí sacar a esa persona de mi vida y dejé de drogarme durante un tiempo, aunque luego volví a tomar”, explica la joven.

El día que se arrancó los ojos, la joven había tomado metanfetamina y deambuló hasta la Iglesia delante de la cual sucedió todo. “Pensé que todos los que habían muerto estaban atrapados en sus tumbas, que Dios estaba solo en el cielo y que tenía que sacrificar algo importante para poder liberarlos, así que me arranqué los ojos. Daba miedo, no entendía lo que Dios quería de mí, pero me hacía sentir que debía ser yo quien lo hiciera. Me alegré de haberlo hecho porque siempre tuve un gran corazón. Saqué mis ojos con mis manos desnudas, los giré, los arranqué y los abrí. Y le dije al pastor que apareció que rezase por mí", explica sobre su alucinación.

Tras ese desagradable episodio, Kaylee está intentando reconectar con su fe mientras aprende a vivir sin ver. "A veces me olvido de que soy ciega porque sé lo que me rodea. Sé cómo es la casa de mi madre. Todavía veo, pero no con los ojos, es difícil de explicar porque ni siquiera lo entiendo yo", afirma la joven.

Kaylee ha creado una página de Go Fund Me para recaudar el dinero suficiente para un perro lazarillo y quiere compartir su historia para concienciar a los demás de los peligros que entrañan las drogas. “Prefiero ser ciega y ser yo misma que ser la Kaylee drogada, y lo digo de corazón. Soy la misma Kaylee Jean Muthart que hace diez años, solo que ahora soy mejor”, cuenta.