Albert Rivera es el último en sumarse a la lista de políticos que inflan y desinflan los currículums a su antojo. Una lista en la que encontramos también a Toni Cantó, que cuando estaba en UPyD era pedagogo; ahora, con Ciudadanos ya no lo es.
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Otra fue Elena Valenciano. Eurodiputada socialista, licenciada en Derecho y Ciencias Políticas... Lo ha dejado en un simple "tengo estudios, pero titulos no". Hay más, como Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente del Partido Popular andaluz, que fue quitándose méritos a medida que le iban pillando. El popular pasó de licenciado en Administración y Dirección de Empresas, en 2000, a tener estudios en la materia en 2004 y a no tener ni siquiera estudios en 2011.
Pero, si hay un caso llamativo es el del popular Tomás Burgos: en su ficha en el congreso presumía de impresionante historial académico, médico, cirujano, con títulos de máster en las tres escuelas de negocios más prestigiosas de España. Pasó de ser todo eso, a ser simplemente soltero.
La titulitis estos días está en boca de todos, ya que los escándalos en el mundo de la política, en relación a los títulos universitarios, no dejan de surgir. La última víctima ha sido Carmen Montón, que tuvo que dimitir tras unas supuestas irregularidades en la consecución de su máster y tras comprobarse que había plagiado en su TFM.
¿Existe titulitis en España? A la vista de los acontecimientos se nos viene una respuesta clara y concisa: sí. Esa titulitis podría ser positiva, pero en el caso de la política comprobamos como sirve más para escalar en el organigrama de los partidos que para adquirir unos conocimientos reales que puedan ser utilizados en pro de mejorar la vida del ciudadano.
Carmen Montón y Pablo Casado han reconocido que no acudieron a las clases del máster, o al menos a la mayor parte de estas. ¿Se puede adquirir así el conocimiento que se presupone tener tras haber cursado un título de posgrado? Difícilmente no. Pillar Llácer, experta en recursos humanos y profesora en EAE Business School, cree que uno de los problemas de esa sobreformación reside “por la falta de preparación en las universidades de acercamiento al mercado laboral, los estudiantes salen sin experiencia profesional”.
Así, Llácer asegura que aunque sigue existiendo esa titulitis, las empresas cada vez buscan nuevas competencias en los candidatos, algo que ha cambiado “muchísimo respecto a generaciones anteriores. Ahora se valora mucho más las competencias que puede tener un profesional y los conocimientos que tiene”. Esa formación extra no es sólo formación académica: “Se valora si ha participado en proyectos de voluntariado, si se ha dedicado a algún deporte de forma profesional, si ha trabajado en otra profesión diferente…”.
Es más, sobre esa polémica de máster y títulos, la experta en recursos humanos explica que ya siempre se chequean los CV de los candidatos a un determinado puesto de trabajo: “Con Internet puedo poner el nombre de alguien y puedo ver los años en los que ha cursado una titulación”.