La enfermedad de Alzheimer es la principal causa de demencia, representa hasta el 70% de los casos. En España hay 1.200.000 personas afectadas por la enfermedad y más de 5.000.000 de personas entre quienes la padecen y sus familiares cuidadores, según la Confederación Española de Alzheimer (CEAFA).
El envejecimiento de la población acelera su desarrollo. Cuando esta enfermedad llega a una familia provoca enormes cambios en la forma de vida por su facultad incapacitante. Es aquí donde surge una figura imprescindible, a veces relegada a un segundo plano, el cuidador.
Agustín, de 67 años, es uno de esos casos de alzhéimer precoz. Su mujer, Loli, reconoce que la enfermedad, que viene de repente, “te cambia totalmente, para él y para nosotros”. En su caso, tuvo que dejar de trabajar porque, explica, “no tiene dependencia física, pero la tiene psíquica, osea necesita a una persona al lado constantemente”.
Este cambio brusco, que lleva al cuidador a dedicar su vida a otros, es la otra cara del drama del alzhéimer.
Conchita García Alonso, coordinadora gestión asistencial, explica la situación de estos familiares que se ocupan de sus cuidados: “Tienen poco tiempo para ellos, para el trabajo y da la sensación de que el tiempo que estás dedicando a ese paciente no es de calidad”.
Chema destaca el “daño” que le produjo la enfermedad de su madre. En este sentido, García Alonso reconoce la existencia de situaciones que “el cuidador es muy difícil que las sobrelleve si no está lo suficientemente formado como para poder enfrentarse a ello”.
Ante esto, surge la pregunta: ¿cómo cuidar a un cuidador? Aunque admiten tener apoyo de los centros y de otros familiares, 9 de cada 10 reconocen no estar preparados para lo que se viene encima.