Toda argentina llora la muerte de un compatriota al que se consideraba como un Dios, al menos, dentro del campo de fútbol: Diego Armando Maradona. El futbolista murió a los 60 años en la jornada de ayer, 25 de noviembre, tras sufrir una parada cardio respiratoria en su propia casa, mientras dormía (así lo ha confirmado la autopsia).
Maradona había sido operado previamente de un coágulo en el cerebro y, a los pocos días de la intervención, aunque parecía que se estaba recuperando bien, sufrió un infarto en su domicilio. Sus familiares llamaron a los servicios emergencias pero, según denuncian ahora, la ambulancia tardó en llegar y, por eso, se va abrir una investigación (es un procedimiento normal cuando alguien fallece en su casa).
Miles de argentinos se han concentrado y han formado una inmesa cola frente a la Casa Rosada donde se ha instalado la capilla ardiente de Maradona; una imagen que llama mucho la atención, más aún, en tiempos de pandemia.
Los antidisturbios han tenido que intervenir ahora que la familia ha anunciado que dicha capilla va a cerrar a las 19:00 horas (horario de Buenos Aires) y los seguidores del futbolista se han puesto nerviosos porque no quieren quedarse sin despedirse de su cuerpo.