¿Qué está pasando con los jóvenes? El 32% de los veinteañeros está en riesgo de pobreza y exclusión social

  • Según datos de Eurostat, los veinteañeros son el grupo con más población en riesgo de exclusión y de pobreza.

  • España tiene una de las tasas de paro juvenil más alta de la Unión Europea

  • El empleo precario de alta rotación en restauración y servicios podría ser una de las causas

En 2021, ya con algunas promesas de recuperación económica en el aire, la realidad para los jóvenes españoles es una auténtica trinchera que no esconde sus aguijones: empleo precario, temporal e inestable y un horizonte de expectativas y condiciones materiales cada vez más depauperado, mucho mayor que el de generaciones anteriores, que contaban una mayor posibilidad de acceso a la vivienda y a los contratos de trabajo de larga duración.

Este es el triste diagnóstico que empieza a desprenderse de las cifras oficiales. No cabe duda de que España es un país más rico, modernizado y próspero que hace décadas, pero esto no parece reflejarse en la situación que afronta una buena parte de la juventud española. El suelo laboral que pisan nuestros jóvenes se resquebraja a marchas forzadas. El paro juvenil está en máximos históricos, y una de cada cuatro personas entre los 20 y los 30 años está en riesgo de exclusión social, según los últimos datos.

El paro juvenil, por las nubes

Los datos de paro juvenil nos permiten definir todavía más este esquema social precario y endeble para nuestros jóvenes. El desempleo juvenil en España es una aberración, una anormalidad que nos permite entender una buena parte del origen de este problema.

Las cifras de temporalidad han tocado techo, y las de paro van a la zaga con nuevos porcentajes: ese 30% de jóvenes españoles en situación de desempleo, cifra que solo superan Grecia, Macedonia y Montenegro. A diferencia territorios tradicionalmente más prósperos como los países nórdicos, Francia o Inglaterra, en España estamos a la cola en inserción juvenil, y la Unión Europea ya ha llamado la atención a nuestro país varias veces para que intente cortar esta hemorragia, la de una juventud sin futuro que no encuentra su lugar, como proclamaba la famosa asociación surgida de los rescoldos del 15M.

Jóvenes excluidos y sin futuro

Otro dato lo arrojaba hace muy poco el Delegado de Familias, Igualdad y Bienestar social del gobierno de la Comunidad de Madrid, Pepe Aiforte, en relación a los datos solo para esta comunidad: ingresos muy bajos y riesgo de pobreza para el 32% de los jóvenes madrileños entre 16 y 29 años, y del 33,3% para los de una edad comprendida entre 30 y 44 años. Este dato desciende sensiblemente para las personas mayores de 50 años (del 30% de personas mayores con ingresos que no superan el SMI se ha pasado al 15% en una década). De estas cifras puede extraerse una conclusión demoledora: en la tarta de la población, un buen pedazo se lo llevan la juventud en riesgo de pobreza y exclusión social, con porcentajes que van en aumento año a año.

Como apuntan varias fuentes, el origen de este descenso en las expectativas laborales y vitales de la juventud da comienzo en 2010, con el advenimiento de la crisis. Según Eurostat, las condiciones materiales de la juventud española no auguran una mejora de sus expectativas. Como ha ocurrido con sus ingresos y la depauperización del empleo al que pueden aspirar, las cifras de emancipación han bajado más de un 15% en la última década. Si ya entonces más de la mitad de los jóvenes vivía con sus padres, en la actualidad este porcentaje llega al 65%.

Los propios jóvenes lo confirman en las encuestas realizadas por el INJUVE en 2019: les resulta imposible emanciparse, encontrar una vivienda asequible (un alquiler que no supere el 30% de sus ingresos), y viven peor que sus padres. Posiblemente, la conjugación de este verbo deberá hacerse en futuro: vivirán.

¿Las causas? En primer lugar, empleo precario de alta rotación en la restauración y los servicios personales. En segundo lugar, ingresos netos que no superan los 10.000 euros anuales. En definitiva, un reparto de las rentas y las posibilidades emancipatorias tan desigual que ha mandado a muchos de nuestros jóvenes al banquillo del ascensor social.

En cuanto a los colectivos que integran este grueso de población, también en esto hay clases. El grupo que mayor riesgo de exclusión corre es aquel integrado por los jóvenes que no acabaron el bachillerato. Es necesario añadir la cuestión racial a estas métricas: más de un 40% de los jóvenes migrantes está en riesgo de pobreza extrema.

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