Bolsonaro, el xenófobo que puede gobernar Brasil: "No seré un candidato de paz y amor"

Noticias Cuatro 08/10/2018 19:22

Ese es Jair Bolsonaro: homófobo, racista, xenófobo y machista. Basta mencionar que Matteo Salvini, ministro de Interior italiano que airadamente llegó a calificar a los migrantes que pretendían entrar en su país como “carne humana”, ha sido una de las primeras voces en Europa que se han felicitado por su contundente victoria, con casi el 47% de los votos en primera ronda, frente a los 29.28 de Haddad; su principal rival.

Tras la victoria, Bolsonaro, excapitán del Ejército que llegó a recibir una cuchillada que le dejó tres semanas en el hospital en plena campaña electoral, ha dejado claro, en sus primeras declaraciones tras la victoria, que mantendrá su discurso de línea dura de cara a la segunda vuelta del 28 de octubre.

Su primer tuit, ratificando algunas de las que son sus promesas electorales, constituye una prueba de ello: "Reduciré el número de ministerios, extinguiré y privatizaré las (empresas) públicas, combatiré el fraude en (el programa) Bolsa-Familia para que quien lo necesite pueda tener amparo humanitario, descentralizaré el poder dando más fuerza económica a los estados y municipios". "La política al servicio de los brasileños", ha dicho.

Y con los números tan volcados a su favor en un Brasil que ha escenificado un masivo viraje hacia la derecha, el candidato ya trabaja en forjar una base aliada en el Congreso con el objetivo de garantizarse poder sacar adelante los planes de su eventual Gobierno.

El Partido Social Liberal (PSL) de Bolsonaro, que hasta ahora contaba tan solo con ocho diputados, ha dado la sorpresa en la Cámara Baja ampliando su bancada a los 52, un crecimiento meteórico que le sitúa como segunda fuerza del Congreso y que ninguna encuesta había vaticinado.

UN CONGRESO SUMAMENTE FRAGMENTADO

Sea quien sea el próximo presidente brasileño, tendrá que lidiar con un Congreso sumamente fragmentado. Habrá 30 partidos representados en la cámara baja y otros 21 en el Senado, con una fuerte presencia de la derecha y un 'gran centro' mayoritario. La izquierda, por su parte, ha quedado desdibujada en un país que no se reconoce a sí mismo. El barrizal de los escándalos de corrupción, con el expresidente Lula da Silva encarcelado; el desapego hacia la política de una parte de los votantes; la crisis económica; la violencia… Muy lejos quedan los años del sueño del gran despegue del gigante sudamericano.