La Policía de Israel irrumpió en la plaza situada frente a la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén, situada en la Explanada de las Mezquitas, para intentar frenar los disturbios que iniciaron un grupo de palestinos que molestaban a turistas y nativos judíos en la víspera del nuevo año judío. Para frenarlos, las autoridades utilizaron gases lacrimógenos y granadas de aturdimiento, a lo que los palestinos decidieron encerrarse en la mezquita y responder con pedras y bengalas.
Los incidentes acabaron por calmarse sin registrar heridos de gravedad y posteriormente el recinto fue abierto a los visitantes, a pesar de que varias ventanas y parte del mobiliario estaba roto, incluso una alfombra acabó quemada. Mahmud Abas, presidente de Palestina, dijo que "condenaba enérgicamente la agresión de los israelíes irrumpiendo en Al Aqsa esta mañana con soldados y policía de ocupación".