Las Brujas de Laspaúles

  • Es el juicio con más ejecutadas por brujería en España y posiblemente del mundo

  • En 1592 en sólo dos meses ahorcaron a 24 mujeres en un pequeño pueblo del Pirineo oscense: Laspaúles

  • El Pirineo oscense fue una de las zonas donde más persecuciones hubo contra la brujería

La noche de Halloween, la noche de las brujas, es una celebración importada del mundo anglosajón. De EE.UU nos llega una de las historias reales más famosas sobre brujas: las de Salem en Estados Unidos en las que murieron 19 personas (cinco hombres y doce mujeres). En España, el juicio más popular fue el de las de las brujas de Zugarramurdi, en Navarra, en donde fallecieron 11. Seis en la hoguera y cinco en prisión.

Sin embargo, el proceso contra la brujería más grave de todos y que sin embargo no es tan conocido fue el que sucedió en el pueblo de Laspaúles (Huesca) en la comarca de Ribagorza en el Pirineo aragonés y que actualmente tiene unos doscientos habitantes. Allí en 1592 se ahorcaron a 24 mujeres en apenas dos meses. Raquel Alegrete, archivera y divulgadora histórica de Laspaúles, nos enseña las actas de ejecución de las reos y que fueron según su pueblo de procedencia de la comarca las siguientes: De Sent Pere (el actual Laspaúles): Antona Delmás, María de Joan Porter, Antona Moranjo, Isabel Palasín, María Dejela y María la Denuya). De Espés (Bajo y Alto): Joana Raso, Sesilia Durán, Aldonsa Mur, María Durán y Joana Taulac. De Suils: (Margalida Sen, Margalida Seneta, María Güeri y Catalina Barón). De Alins: (Isabel Arcas, Joana Torrent y Antona Lanas). De Arcas: Catalina Cierço y Margalida Riu). De Vilaplana: Barbera Herbera y Leunor Reals. De Villarrué: Ana Castayn y María Garús. Aparte de estas veinticuatro hubo otra: Margalida Reals, de Suils que consiguió escapar y no fue ahorcada como las otras. Varios estudios coinciden en que donde más brujas se ejecutaron en España fue en estas zonas aisladas del Pirineo aragonés. Además, en Aragón los juicios por brujería no los celebraba la Inquisición, es decir un tribunal externo y ajeno al pueblo, sino que eran concejos municipales. Esto podía ser peor porque tras acusaciones de satanismo, como señala Raquel Alegrete, se escondían rencillas más mundanas (envidias, desobediencias, etc.) para que los vecinos ajustasen cuentas de la forma más cruel posible.