La lucha de Abel por empadronarse en su propio pueblo

  • Abel, al igual que sus antepasados, es de Montes de la Ermita, en León, una pedanía del Ayuntamiento de Igüeña

  • Pese a que Abel ha ganado dos juicios al ayuntamiento, éste se niega a censarle tampoco da permisos para realizar obras de mantenimiento

  • Pese a que el pueblo “oficialmente” se da por abandonado vive gente y hay casas en buen estado

Recorriendo las montañas del Bierzo, en León, descubrimos parajes de ensueño. Pero si les hablamos de la burocracia que esconden algunos pasamos al reino de la fantasía. Llegamos a Montes de la Ermita en León, una pedanía dependiente del Ayuntamiento de Igüeña, situado a 10 kilómetros.

En los años 80 del siglo pasado, la emigración lo dejó formalmente sin habitantes censados pero era la segunda residencia de los que se fueron. En verano y en invierno. Se celebraban romerías, comuniones como la de Eusebio hace 30 años y que ahora nos lleva a la casa de padre y que fue de sus bisabuelos.

Las dos realidades paralelas

En el vídeo que se puede ver pinchando la imagen de arriba, Abel nos cuenta que el Ayuntamiento de Igüeña del que depende su pedanía no le permite empadronarse. El Ayuntamiento pese a perder dos juicios ha recurrido al Tribunal Supremo con tal de no empadronar a Abel que paga el impuesto de bienes inmuebles a la diputación, su casa está registrada en el catastro del Ministerio de Hacienda e incluso ha recibido una subvención del gobierno de Castilla y León para instalar paneles solares.

Es decir, en este lugar casi mágico, como dos realidades paralelas para casi toda la administración la casa de Abel existe menos para el ayuntamiento de Igüeña que asegura en un informe firmado por su arquitecta municipal que la pedanía está abandonada y por tanto no empadrona a Abel.

No se reparten licencias para obras

Sin embargo, y como se aprecia en el vídeo, si bien hay casas que está abandonadas otras que están en perfecto estado. El problema es que no se sabe por cuánto tiempo ya que el alcalde de Igüeña, Alider Presa, no da licencia de obras de mejora.

El objetivo es que no viva nadie al menos oficialmente. El alcalde cree que si sucede reclamarían servicios públicos que su ayuntamiento no puede abordar por el coste que supone.

Sin embargo, Abel no pide esos servicios. Su casa es autosuficiente y es más la sentencia del TSJ de Castilla y León exonera al ayuntamiento de dárselos.

En cualquier caso, hasta que decida el Tribunal Supremo, Abel es oficialmente un forastero en su pueblo sin licencia para conservar la casa de sus abuelos en la que vive. Así que cuando oigan a políticos sobre luchar contra despoblación vayan al Bierzo y pregunten por Abel.