En Alaqúas, un municipio situado a 13 kilómetros de Valencia, un grupo de padres se ha unido para quejarse de las condiciones del colegio prefabricado al que acuden sus hijos. Las instalaciones son muy precarias y, las obras que prometían la mejoría del centro, nunca acaban. Llevan así 13 años: con el miedo a que los barracones se vengan abajo cuando hay viento o temporales, o de que a sus hijos les ocurra algo en los 50 grados que llegan a concentrarse en su interior.
De hecho, los baños están tan sucios, que los alumnos prefieren no usarlos: “Los que ya son mayores de dos años y se pueden aguantar, esperan a hacerlo en casa porque, aunque las chicas de la limpieza lo limpian, huelen muy mal”, ha dicho una de las madres.