Estos depredadores son inusuales, ya que utilizan la ecolocación, es decir, una serie de llamadas de alta frecuencia que rebotan a su alrededor, en lugar de utilizar la vista para rastrear a sus presas. La competencia basada en el sonido y la audición ha fascinado a los científicos.

Sin embargo, mientras que algunas polillas han evolucionado para detectar las llamadas de los murciélagos, otras permanecen sordas ante su desaparición. En este tipo de animales, que tienen problemas de audición, los investigadores han descubierto un “recubrimiento de sigilo” que actúa como camuflaje acústico.

El pelaje del tórax y las articulaciones de las alas de la polilla las hacen impermeables a la ecolocación de los murciélagos. “La piel torácica proporciona un sigilo acústico sustancial en todas las frecuencias ultrasónicas ecológicamente relevantes”, ha afirmado el autor principal e investigador de la Universidad de Bristol, Thomas Neil.

“El pelaje del tórax de las polillas actúa como un ligero absorbente de sonido poroso, facilitando el camuflaje acústico y ofreciendo una importante ventaja de supervivencia contra los murciélagos”, ha afirmado. Esto significa que cuando los murciélagos ecolocalizan, invocan su entorno y escuchan los ecos que regresan de los objetos cercanos.

Al absorber estas llamadas ultrasónicas, el pelaje de las polillas reduce el sonido que puede rebotar en ellas, lo que dificulta que los murciélagos encuentren a sus presas en la oscuridad. “El pelaje del tórax de las polillas es capaz de absorber hasta el 85% de la energía acústica impactante. La absorción máxima que encontramos en las mariposas fue solo del 20%”, ha afirmado.

También te puede interesar: