Pasamos la noche en la torre de la Calahorra pese a las advertencias: "Han prohibido hablar a los testigos de lo que aquí ocurre"

  • Instantes antes de comenzar con el experimento, los trabajadores de la torre recibieron órdenes de no hablar de lo que perciben en la fortificación cordobesa

La torre de la Calahorra, en Córdoba, es una construcción almohade del siglo XII. Se trata de una fortificación cristiana que fue testigo de la lucha entre árabes y cristianos y que ha sido prisión durante la época de la inquisición española, un lugar en el que las torturas a los presos eran comunes.

Una torre que ha sido utilizada como cárcel, como cuartel e incluso como lugar para recluir a los cordobeses afectados por la peste del siglo XVIII. Cuentan los que actualmente trabajan en el museo de la torre que se escuchan lamentos y se sienten extrañas presencias entre sus salas.

Javier Pérez Campos junto con miembros del equipo de 'Cuarto milenio' se han adentrado en la fortificación y, tras encontrarse con más de un impedimento, han pasado una noche entre sus muros: "En plena investigación he recibido una llamada, los testigos que iban a relatar sus extrañas experiencias en la torre se han echado atrás y no quieren contar delante de la cámara lo que ellos mismos han vivido, encuentros con sombras, con figuras que aparecen siempre instantes antes de cerrar las instalaciones. Han recibido un aviso: de esto no se habla".

Por fortuna, Javier y el resto del equipo contaban con un permiso de grabación que les ha permitido pasar la noche en la torre. Una vez dentro, el equipo ha sentido los pasos y los ruidos de los que los trabajadores hablan, sonidos que chocan con la extraña quietud del lugar pese a situarse en una zona turística en la que el ruido es habitual pese a ser de madrugada:

"Es curioso que pese a estar en el centro de la ciudad no se escucha ningún ruido de fuera, no se filtra ningún sonido del exterior (…) Una de las salas de mayor actividad paranormal, según cuentan los trabajadores, es la destinada a despacho de las personas que se encargan de la dirección del museo (…) Estoy escuchando crujidos como de madera, pero en este lugar no hay madera (…) Hubo un suceso trágico en esta torre donde me encuentro y es el protagonizado por un visitante que, tras comprar su entrada, subió por esta escalera de caracol donde me encuentro y se tiró desde la parte más alta de la torre, desde una de estas almenas (…) Siento pasos muy claros en el segundo piso, los oigo desde aquí, son pasos de personas y vienen desde el segundo piso, pero aquí solo estoy yo".

A la mañana siguiente, varios trabajadores confirmaron al equipo de 'Cuarto milenio' que era habitual escuchar pasos y sonidos de niños en la segunda planta, el mismo lugar desde donde Javier oyó claramente aquellos ruidos. Las cámaras, sin embargo, no pudieron captarlos.