Callejeros: Duermo donde puedo

cuatro.com 28/02/2013 17:40

“Por esa ventana cae un río de agua, la humedad es terrible…”, Irene y Juan Luis viven con sus dos hijas, de 6 y 4 años, en el garaje de la casa de los padres Juan Luis. Ambos llevan más de un año en el paro, no tienen ningún ingreso y hace unos meses, el banco les desahució del piso en el que vivían en Jerez de la Frontera: “antes de quedarnos en la calle, mis suegros nos recogieron en la cochera, pero yo no quiero vivir aquí”, apunta Irene. En un lateral del antiguo garaje, han instalado parte de la cocina que tenían en su piso, tras un tabique han instalado un cuarto de baño y en la parte principal, en una cama grande pegada a dos literas, duermen los cuatro miembros de la familia, “mi hija mayor se da cuenta de que esto no es una casa, sus amigas del cole tienen un lugar para jugar”.

Tomás y Mariló viven desde hace seis años en una caseta de jardineros del Parque del Oeste de Madrid, “Aquí no hago daño a nadie, la puerta estaba abierta y me metí.”, recuerda Tomás. En la estancia, de 15 metros cuadrados tienen todo lo que necesitan para vivir: un colchón recogido de la basura puesto sobre palés de madera, un pequeño lavabo con un grifo de agua corriente y una resistencia eléctrica con la que calientan agua para hacer café o alguna sopa. Se sienten unos privilegiados: “aquí se pasa mucho frío, pero se está peor en la calle”. Ambos huyeron del albergue de San Isidro de Madrid, “allí me pegaban otras usuarias del albergue”, asegura Mariló. Saben que han instalado su hogar en un inmueble público y viven con el temor de que algún día sean desahuciados: “la policía ha venido muchas veces, pero ya les hemos dicho que no nos vamos a ir”…

Gregorio acude, cada día, a un comedor social de Málaga para recoger su sustento. Tiene 68 años y lleva 24 en la calle. “He trabajado mucho, pero nunca he estado asegurado”, dice mientras comienza la ración de garbanzos que le han dado. Sus paredes provisionales están hechas de cartón, junto a un respiradero de un garaje cercano a una zona comercial de Málaga. Pasó dos años en la cárcel “por arrancar un ojo a un Guardia Civil que se cagó en mi madre” y aunque tiene 10 hijos que viven en la misma ciudad en la que él duerme entre cartones, no quiere pedirles cobijo: “ellos tienen sus problemas, no les quiero molestar”.

En España hay 23.000 personas que viven en la calle. Una cifra que se ha duplicado en los últimos años. Callejeros se acerca a las personas que han optado por buscarse un techo provisional para no dormir a la intemperie, en aceras o parques. Huecos o rincones que hoy les acogen pero que mañana, tal vez, ya no estarán.

“Duermo donde puedo”, es un reportaje de Jalis de la Serna.