Citas First Dates

Un soltero anárquico y una cita sin chispa: un silencio incómodo se apodera de ‘First Dates’

Ángel y Paula, durante su cita en 'First Dates'. cuatro.com
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Ángel aterrizó en ‘First Dates’ dejando claro desde el primer minuto que no es un soltero convencional. “Soy una persona anárquica, no me gusta tener ni Dios ni amo”, soltó sin pestañear antes incluso de pedir un kalimotxo “como Dios manda”.

De origen búlgaro, estudiante de cocina y cocinero en activo, se definió como amante de la montaña, la escalada, el póker, la música… y del kalimotxo a cualquier hora del día. En el amor, eso sí, confesó ir con calma: tímido con las mujeres, sin relaciones serias y más de disfrutar con los colegas que de lanzarse a ligar.

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Su cita fue Paula, también de 18 años, estudiante de Bachillerato y aficionada al skate. Amante de la adrenalina y declaradamente bisexual, llegó tranquila y reservada, un contraste claro con la intensidad verbal de Ángel.

“Eso mola”, aunque a ella le pareció interesante que él estudiara cocina, Ángel no tardó en pensar que Paula le parecía “un poco niña”. Aun así, ambos intentaron sacar temas y buscar puntos en común.

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Política, música… y un choque de vibras

La conversación pasó por la política, ella se definió de centroizquierda, él fue mucho más directo: “Que todos se vayan a tomar por c***”. Y por la música, donde tampoco hubo gran conexión.

Paula confesó escuchar pop, rock y rap en español; Ángel no quedó impresionado: “Bastante común y poco original”, sentenció, reivindicando su amor por el rock, el punk y la música búlgara.

A partir de ahí, los silencios empezaron a pesar más que las palabras. “Silencio incómodo, claro que sí”, resumió él con ironía, mientras ella reconocía que le costaba arrancar y sacar conversación.

Ángel fue claro en sus sensaciones: necesitaba más energía, más caña. “Yo necesito estar todo el rato hablando”, confesó, admitiendo incluso que a veces puede resultar pesado. Paula, en cambio, se mostró bloqueada y cada vez más callada.

La diferencia de ritmos terminó marcando una cita en la que ninguno parecía encontrar su sitio. Sin discusiones ni reproches, pero con la sensación evidente de que algo no estaba fluyendo.