Logo de Casper, el último padrino
Casper, el último padrino

El testimonio del infiltrado en la banda de Casper que logró frustrar sus planes: "A nivel psicológico es desgastador"

El infiltrado narra su incursión en la banda de Casper. 'Casper, el último padrino'
Compartir

Un día le llega a la Guardia Civil un chivatazo sobre la investigación por parte de una de sus unidades de unas personas relacionadas con tráfico de armas y probablemente con tráfico de armas en la zona de Valencia que podían estar relacionadas con la banda de Casper. Esa misma unidad ve cómo uno de los componentes tiene un accidente grave con un Ferrari y se queda parapléjico. A través de otro contacto, la Guardia Civil consigue contactar con Toni en el hospital para empezar una relación y conocer a la hermana del accidentado, que congenió con un hombre del cuerpo. Una relación que la Guardia Civil no dudó en aprovechar para descubrir información sobre la banda de Casper. Así empieza la incursión del infiltrado.

Así consiguió infiltrarse en la cúpula

Teniendo en cuenta las dimensiones que estaba tomando la banda de Casper pues se convirtió en una multinacional de delincuencia que tocaba todos los palos, "estaba dispuesto a hacer lo necesario para poder acabar con él", confiesa el infiltrado. Para ello, tuvo que introducirse dentro de la organización y así adelantarse a todos los planes que fuesen trazando.

PUEDE INTERESARTE

Le crearon una identidad nueva pasando a ser un hombre nacido en Castilla y León que se dedicaba a atracar bancos. "Para poder infiltrarte en una organización no puedes ser el cura de la parroquia de al lado. Necesitas tener un perfil que, o les sirvas para algo, o que puedan estar interesados contigo", señala.

La primera toma de contacto fue en el parking del campo de fútbol Luis Casanova del con la hermana de uno de los principales responsables de la banda de allí. Fue tras sentir una molestia y que ella se ofreciese a hacerle un masaje que iniciaron sus acercamientos. Tanto es así que acabaron en la parte trasera de su coche. "A mi ella me llamaba 'Ojos bonitos' cuando hablaba de mí", afirma.

PUEDE INTERESARTE

Su modus operandi

De esta manera se convierte en su amante, dejando a su familia y a su hijo para irse a vivir con él, facilitándole así el trabajo pues ascendió directamente a la cúpula de la banda. Como su hermano se encontraba en el hospital, ella tomó las riendas del negocio con lo cual "toda la información que le llegaba a ella o la escuchaba o me la contaba, no tenía a nadie en el que apoyarse o confiar", apunta.

En una ocasión, él le robó una agenda de papel donde tenía apuntados sus contactos y, tras suministrarle unos somníferos, se dirigió al baño donde guardaba en una cisterna una grabadora para ir apuntándolos uno por uno. Después se lo transmitía a la Guardia Civil dejando mensajes por escrito que dejaba en sitios concertados: supermercados, papeleras, ruedas de coche... No utilizaba el teléfono móvil por un motivo: "Igual que nosotros teníamos pinchado el teléfono de ella por orden judicial, ellos podían tener pinchado el teléfono nuestro".

El infiltrado llegó a aprenderse el lenguaje clave que utilizaba su amante durante las llamadas para comprender qué es lo que estaban planeando: "Cuando hablaba de que tenían que hacer la compra era porque querían hacer un atraco o cuando querían hablar de un banco, hablaban de la libreta que tenían que actualizar". Gracias a ello pudo evitar el golpe en un banco en Valencia.

El momento crítico en el que casi es descubierto

Si algo salía mal, del que menos iban a sospechar era del novio de su hermana cuyo pasado había sido como atracador de bancos. Sin embargo, hubo un momento crítico en el que casi fue descubierto.

Al volver de estar una semana en la capital con asuntos policiales, 'Ojos bonitos' notó a la hermana muy rara. "Me dijo mi nombre verdadero, que estaba casado y que era de Madrid", cuenta, una información que le había llegado de alguien de su absoluta confianza. Sin embargo, él reaccionó instintivamente "como un canalla haciéndole ver que yo soy un atracador de bancos y que lo último que voy a permitir es que nadie me diga que yo no soy quien digo ser". Algo que funcionó pues ella estaba muy enamorada de él.

Lo más difícil de estar infiltrado

Para el infiltrado lo más duro es el tema psicológico: "Hay que pensar que estás mintiendo todo el día y acordarse de lo que dijiste el día anterior por si te preguntan al día siguiente". "A nivel psicológico es desgastador", asegura.

La peligrosidad fue en aumento con el paso del tiempo pues, al poco apareció un guardia muerto con una jeringuilla en el brazo en la carretera de Valencia. Sus jefes creyeron que era él y, al sentir miedo, deciden sacarle de ahí. Sin embargo, no podía desaparecer de un día para el otro así que llegan a la decisión de aguantar lo mínimo disponible, es decir, tres días haciéndole ver que al ser la responsable no se puede ir de Valencia con él.

"Entre lo enamorada que estaba y los argumentos que le doy me hace caso, piensa con la cabeza y se da cuenta que ese es su sitio. Ahí se queda con la idea de que marche unos meses y que vuelva, pero no volví", cuenta.

Él le llamaba presuntamente desde la cárcel donde supuestamente estaba cumpliendo condena hasta que poco a poco dejó de dar señales, desapareciendo de su vida. "Me imagino que se cogerá el cabreo del siglo pero igual que ellos delinquían yo iba a impedirlo", confiesa.