Planificar un presupuesto realista para Navidad es la mejor defensa contra la temida cuesta de enero y disfrutar con cabeza de las fiestas
Las 3 preguntas que debes hacerte antes de comprar cualquier cosa que cueste más de 50 euros
Cada año se repite la misma historia: noviembre trae el Black Friday y diciembre viene lleno de cenas, regalos y escapadas. Después llega enero, la tarjeta aún sigue convaleciente de los meses anteriores. La Navidad es la época de mayor gasto del año: se compra más, se celebra más y también se improvisa más.
Según datos de la OCU, los españoles suelen gastar de media entre 620 y 745 euros cada Navidad, aunque en hogares con niños o grandes familias, se puede superar fácilmente los 1.000 euros. La inflación y el encarecimiento del coste de la vida han añadido aún más presión en los últimos años, haciendo que el riesgo de “sorpresa financiera” en enero sea más grande que nunca.
Pero cada vez más economistas y asesores financieros insisten en algo: la Navidad no es el problema, lo es la falta de planificación. Hacer un presupuesto no quiere decir que se tenga que limitar la magia de las fiestas. Se trata de garantizar que enero no arranque con ansiedad financiera.
Calcular la capacidad real de gasto
Este es un paso que casi nadie hace. La mayoría de personas comienza a hacer su presupuesto navideño al revés: primero se piensa lo que se quiere comprar y no en lo que realmente se puede gastar. Es por esto que los economistas recomiendan arrancar con un cálculo muy básico pero realmente eficaz: la capacidad real de gasto. Este sería el dinero que se puede destinar a la Navidad sin comprometer enero, ni tampoco el resto de estabilidad financiera.
Se puede calcular de una manera sencilla: se suman los ingresos netos de diciembre más los ahorros disponibles, a esto se le debe restar los gastos fijos de enero. El resultado es el presupuesto navideño real. Este cálculo obliga a mirar a enero desde el principio.
Dividir el presupuesto por categorías
Una vez que se tiene una cifra global real, para poder gastarla con un control, lo que se recomienda es dividirlo por categorías. Las cuatro grandes categorías del gasto navideño suelen ser:
- Regalos: es donde más se acostumbra a disparar el presupuesto. Es fundamental hacer una lista de personas y asignar un máximo para cada una. No se debe improvisar, tampoco añadir nombres a última hora.
- Comidas y cenas: incluye cenas familiares, comidas con amigos, reuniones de empresa o compras especiales.
- Eventos, ocio y decoración: adornos, mercados navideños, árbol, luces, espectáculos infantiles, pistas de hielo…
- Viajes y transporte: trenes, gasolina, peajes, vuelos, taxis o desplazamientos familiares.
Una vez que se saben cuáles serían las categorías de cada uno, se debe asignar un porcentaje a cada categoría. Cada euro debe tener un destino antes de gastarse, esto evitará que una sola categoría pueda devorar sin control el presupuesto total. Además, ver el dinero dividido de una manera visual, puede resultar mucho más fácil.
Anticiparse a los gastos “invisibles”
Estos son los gastos que no se suelen apuntar, por ejemplo: un amigo invisible sorpresa, una comida con la que no se contaba, un detalle para el profe, papel de regalo o bolsas para envolver, o los gastos de envío urgentes de un paquete que llega tarde. Son pequeños gastos, pero suman. Para ellos, se recomienda reservar un colchón del 5-10% del presupuesto para poder afrontarlos sin estrés.
Aprovechar ofertas, pero con estrategia
Comprar con descuento ayuda mucho, pero siempre que se sepa lo que se va a comprar. Aprovechar Black Friday, Cyber Monday o las promociones que puedan lanzarse en diciembre funciona mejor cuando hay una lista y un precio objetivo. Además, es fundamental revisar que el precio ha bajado de verdad.
Definir una regla clara para los regalos
La Navidad puede volverse mucho más cara cuando se regala “por inercia”. Es por esto que muchas familias aplican unas reglas sencillas que limitan el gasto sin quitarle la magia. A los niños se les aplica la regla de los 4 regalos: quiero, necesito, visto y leo. A los adultos, un amigo invisible con presupuesto fijo y en familias grandes, un solo regalo por adulto asignado.
Utilizar sobres digitales o cuentas separadas
El método de los sobres funciona porque hace muy visual el gasto. Hay muchas apps bancarias que permiten crear “huchas” o subcuentas. Ahí se puede meter el presupuesto navideño y pagar solo desde esa cuenta. Esto hace que se frenen los impulsos y mejora mucho el control.
Planificar las comidas
Comer y cenar en diciembre puede ser más caro porque aumenta la demanda. La clave es adelantarse: comprar los productos no perecederos en noviembre, congelar carnes y pescados con antelación, repartir platos en las cenas familiares y evitar sobrecomprar por miedo a quedarse cortos. Lo ideal es planificar un menú para evitar compras de última hora que suelen ser las más caras.
Evitar financiar regalos
Financiar compras navideñas conlleva un riesgo muy alto. Aunque muchas tiendas ofrecen “pago en 3 meses sin intereses”, suelen incluir comisiones o condiciones que pueden encarecer la compra. Hay que entender que si se tiene que financiar un regalo, es que se superó el presupuesto real. Mejor ajustar las expectativas antes que pagar intereses en enero.
Reducir sin renunciar
Cada vez más familias optan por celebraciones más conscientes: regalos conjuntos, experiencias baratas, intercambios, detalles caseros o reutilizar decoración de años anteriores. Al igual que la idea de “menos cosas, más tiempo”: comidas y cenas más sencillas, actividades gratuitas, paseos, juegos en casa. Esto no aumenta el gasto, pero sí le da un sentido más cercano a la Navidad.


