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“Presupuesto emocional”: cómo gastar en lo que te hace feliz sin sentir culpa ni arruinarte

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Tener un presupuesto para aquello que te hace feliz es positivoFreepik
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Con la situación económica mundial en la que nos encontramos donde la inflación, la incertidumbre económica y las obligaciones financieras son las que marcan el ritmo de nuestro día a día, hablar de gastar dinero en lo que nos hace felices hoy en día puede parecer incluso un lujo. Sin embargo, cada vez son más los expertos en finanzas personales que coinciden en que no se trata solo de ahorrar o recortar gastos, sino que lo importante es aprender a gastar con sentido. De esta necesidad surge el concepto de “presupuesto emocional”. Se trata de una estrategia que permite integrar el bienestar emocional en la planificación financiera.

No se trata de fomentar el consumo impulsivo, esté concepto está muy alejado de esto, ya que pretende promover un uso consciente del dinero, permitiendo destinar una parte del presupuesto a aquello que realmente aporta felicidad, sin tener que caer en la culpa ni comprometer la estabilidad económica.

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¿Qué es el “presupuesto emocional"?

El “presupuesto emocional” es una herramienta de planificación financiera que busca alinear los gastos con los valores y emociones personales. Este enfoque va más allá de cubrir necesidades básicas ya que propone destinar recursos a actividades o bienes que realmente aportan felicidad y bienestar, evitando así el gasto impulsivo y la culpa asociada.

La conexión entre emociones y decisiones financieras

Nuestras decisiones financieras no son tan racionales como podemos pensar. De hecho, múltiples estudios en psicología económica y neurociencia han demostrado que el cerebro humano está profundamente influenciado por emociones a la hora de manejar el dinero. Cuando se entra en estados como el estrés, la ansiedad, la euforia o la tristeza, éstas emociones pueden condicionar nuestras elecciones de consumo, llevándonos a gastar más de lo que teníamos pensado, ahorrar menos o aplazar decisiones importantes.

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La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, comprender y regular nuestras emociones, y por tanto, se convierte en una herramienta clave para tener una buena salud económica. Cuando se es consciente del origen emocional de nuestros impulsos nos ayuda a no dejarnos arrastrar por ellos. Aquellas personas que son capaces de entender mejor sus emociones y cómo influyen en su manera de gastar, tienden a tener un mayor control sobre sus finanzas.

Cómo elaborar un presupuesto emocional

Elaborar un presupuesto emocional no significa gastar sin control, sino asignar de manera consciente una parte de tus ingresos a aquello que verdaderamente te da felicidad y bienestar.

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Revisar los ingresos y gastos mensuales

Se debe empezar por hacer un balance completo de la situación financiera: cuánto se gana y ver en qué se gasta el dinero. Se aconseja que los gastos se clasifiquen en gastos fijos (alquiler, hipoteca, suministros, alimentación) y variables (ocio, compras, suscripciones, etc.). Haciendo esto se podrá ver de manera clara cuánto margen real se tiene al mes.

Identificar cuáles son los “gastos de felicidad”

Hay que hacer una lista de aquellas cosas que hacen que uno se sienta bien como, por ejemplo, ir a tomar café con amigos, una escapada de fin de semana, clases de yoga, libros, conciertos, arte, gastronomía o pequeños caprichos semanales. La clave está en distinguir lo que realmente aporta alegría duradera de aquello que simplemente es un impulso momentáneo.

Establecer un porcentaje emocional dentro del presupuesto

Una vez que están cubiertos los gastos esenciales, se recomienda asignar entre 5% y un 10% de los ingresos a gastos emocionales. Se trata de una cantidad orientativa: evidentemente, puede ajustarse a la situación económica de cada uno. Lo importante es que sea una cifra fija, que esté planificada y que permita se que pueda disfrutar sin sentir culpa.

Evitar el gasto impulsivo

La función de esta categoría no es realizar compras impulsivas. Se debe planificar cómo se va a utilizar este dinero emocional. Por ejemplo, una cena especial o comprar algo que hace tiempo que se quiere y tiene un valor emocional.

Revisar y ajustar mes a mes

Al igual que cualquier presupuesto, el emocional también debe ser flexible. Cuando acabe el mes, se debe revisar para ver si ha cumplido su función, si uno se ha sentido bien con sus decisiones y si se compró lo que realmente aportó bienestar.

Beneficios del presupuesto emocional

Aplicar este enfoque aporta beneficios tanto financieros como emocionales. En primer lugar, ayuda a gastar con una intención, lo que hace que se reduzca el consumo impulsivo y aumente la satisfacción con cada euro que se utiliza. En segundo lugar, también mejora el bienestar emocional. No se trata de privarse, sino de darse permiso para disfrutar de aquello que hace bien.

Además, reduce la culpa que se asocia al gasto personal, ya que forma parte de un plan consciente, también promueve un mayor equilibrio entre el ahorro y la calidad de vida presente, evitando extremos como la austeridad innecesaria o el derroche emocional.