Vivienda

Cómo protegerte económicamente si compartes piso con desconocidos: fondo común, avales y límites

Archivo - Un cartel de alquiler de pisos.
Un cartel de alquiler de pisos. Eduardo Parra - Europa Press
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Hoy en día el hecho de compartir piso es cada vez más habitual. Ya sea por necesidad económica, por estudiar lejos del hogar familiar o simplemente por comodidad, convivir con desconocidos es la opción para miles de personas. Sin embargo, lo que inicialmente puede parecer una solución sencilla y económica, puede complicarse si no se toman ciertas medidas para protegerse financieramente de los imprevistos o desacuerdos entre compañeros.

Las diferencias sobre gastos comunes, impagos o desacuerdos en la devolución de la fianza son solo algunos de los conflictos más frecuentes. Para evitar que compartir piso se convierta en un quebradero de cabeza económico, hay que saber cómo protegerse adecuadamente desde el principio.

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Establecer un fondo común de gastos compartidos

Una de las formas más efectivas de evitar conflictos económicos en pisos compartidos es crear un fondo común. Se trata de una cuenta específica en la que cada residente aporta mensualmente una cantidad fija destinada a cubrir los gastos generales como alquiler, electricidad, agua, gas, internet y otros servicios comunes.

Según Idealista, la principal ventaja de un fondo común es que elimina la incertidumbre en el pago de facturas, evitando que una persona tenga que adelantar dinero en nombre del resto. Además, permite controlar de forma clara y transparente los gastos del hogar, facilitando así la gestión financiera del piso.

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Además, siempre es conveniente apoyar esto con aplicaciones digitales que permitan llevar un control más exhaustivo de ingresos y gastos, como pueden ser Splitwise o Tricount.

Contratos individuales o colectivos: ¿qué opción es mejor?

Otro aspecto clave es el tipo de contrato firmado con el propietario. Las opciones son contrato individual o colectivo. En la primera posibilidad, cada inquilino firma directamente con el propietario. Esto ofrece la ventaja de proteger a cada persona individualmente frente al impago de otros residentes, ya que solo se responde por el propio contrato firmado.

En el caso del contrato colectivo, todos los residentes figuran en un mismo contrato. Aunque puede parecer más simple, genera una responsabilidad solidaria. Si un compañero deja de pagar su parte, los demás deberán asumir esa deuda, ya que el propietario puede reclamar la totalidad del alquiler indistintamente a cualquier firmante del contrato.

Distintos expertos aconsejan optar preferentemente por los contratos individuales siempre que sea posible, ya que aunque inicialmente pueda parecer más burocrático, un contrato individual protege legalmente a cada persona frente a incumplimientos ajenos.

Solicitar avales personales o bancarios

Otra manera de protegerse frente a impagos o incumplimientos es solicitar avales personales o bancarios. El aval personal consiste en que una tercera persona (generalmente un familiar o amigo) se compromete legalmente a responder por el inquilino en caso de impago. El aval bancario, en cambio, implica que una entidad financiera garantiza el cumplimiento de los pagos en caso de que no lo haga el titular del contrato. En este caso tendrá un pequeño coste inicial, pero no afecta a terceras personas. 

Aunque suelen generar cierta reticencia, especialmente entre personas jóvenes o estudiantes, los avales pueden ser clave para dar tranquilidad tanto a propietarios como a los propios compañeros de piso.

Claridad con las fianzas y las responsabilidades

La fianza suele ser uno de los puntos más conflictivos en pisos compartidos. Para evitar problemas posteriores, es crucial:

  • Documentar el estado de la vivienda al entrar con fotografías y vídeos.
  • Aclarar desde el principio las responsabilidades individuales respecto al mantenimiento y posibles reparaciones.
  • Pactar cómo se gestionará la devolución de la fianza en caso de que algún compañero deje la vivienda antes que los demás.

La OCU recomienda firmar siempre documentos escritos que especifiquen claramente estas condiciones, ya que las conversaciones verbales tienen poca validez legal en caso de conflicto.

Definir límites claros desde el primer día

Para conseguir disfrutar de una convivencia armoniosa al vivir en un piso compartido es necesario definir límites y plantear acuerdos desde el primer día. Esto incluye desde cómo repartir las tareas domésticas hasta el pago puntual de los servicios comunes.

En este sentido, algunos expertos en convivencia, como el psicólogo social Fernando Díaz, destacan que "acordar normas claras desde el principio, preferentemente por escrito, facilita la convivencia y evita malentendidos futuros". Estas normas deben incluir también cómo proceder en caso de que alguien incumpla sus obligaciones financieras.

La importancia de un seguro de hogar

Finalmente, la contratación de un seguro de hogar específico para pisos compartidos puede evitar problemas mayores en caso de accidentes domésticos o desperfectos importantes. Estos seguros suelen ser económicos cuando se dividen entre varios inquilinos y aportan una capa adicional de seguridad financiera a todos los residentes.

Habitualmente, un seguro específico para pisos compartidos cubre situaciones comunes como daños por agua, incendios, robos e incluso problemas legales derivados de conflictos entre compañeros.

Sabiendo todo esto, el hecho de compartir piso con desconocidos no tiene por qué derivar en conflictos económicos, siempre que se adopten las medidas preventivas adecuadas. Desde la creación de fondos comunes hasta la elección correcta del tipo de contrato, pasando por la solicitud de avales y la contratación de seguros específicos, cada medida aporta seguridad económica y tranquilidad a todos los involucrados.