Cuando se intenta gastar una cantidad mayor del límite de la tarjeta de débito puede generar descubiertos que dan lugar a comisiones o intereses elevados
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Las tarjetas bancarias se han convertido en imprescindibles dejando atrás al efectivo. Son una herramienta esencial del día a día. En especial las tarjetas de débito, las cuales permiten tanto realizar compras como realizar retiradas de efectivo en cajeros. No obstante, a pesar de su aparente sencillez, su funcionamiento puede generar ciertas confusiones que pueden derivar en situación incómodas o incluso, suponer un coste.
Una de las dudas que más tienen los usuarios es qué pasaría si, por error o desconocimiento, se intenta gastar más dinero del que se tiene en la cuenta vinculada. ¿Se puede seguir usando una tarjeta de débito sin saldo suficiente? ¿Cuáles son las consecuencias de entrar en números rojos?
¿Qué es el “límite” de la tarjeta de débito?
Las tarjetas de crédito permiten gastar dinero “prestado” por la entidad hasta un cierto límite fijado, sin embargo, las tarjetas de débito solo permiten utilizar el dinero que hay disponible en la cuenta bancaria a las que están vinculadas. En teoría, si no hay saldo, la tarjeta de débito no puede realizar ningún cargo. En la práctica, no es del todo así, ya que se pueden producir cargos que superen el saldo disponible, dando lugar al “descubierto” o números rojos.
Este “límite” de una tarjeta de débito no está asociado a una cantidad prestada, sino al saldo disponible de esa cuenta. Aunque, algunas entidades sí que permiten un pequeño margen de descubierto, el conocido como “límite de crédito autorizado” o “límite de tolerancia”, que puede ser de unos pocos euros a cantidades mayores, dependiendo del perfil que tenga el cliente y las condiciones que haya pactado.
¿Qué pasaría si se supera el saldo disponible en la cuenta?
En la mayoría de estos casos, si se intenta realizar una compra y no se tiene suficiente dinero en la cuenta, la operación sería rechazada de inmediato. Esto es lo más común en comercios físicos o retiradas de dinero. En otros casos, el banco permite que la operación se realice aunque no quede dinero en la cuenta. Esto genera un descubierto o saldo negativo en la cuenta. Aunque pueda parecer algo bueno, este descubierto no es gratuito.
Cuando se genera el descubierto, el banco suele cobrar una comisión por descubierto tácito o por reclamación de posiciones deudoras que pueden oscilar entre 30 y 50 euros, dependiendo de la entidad. Además de esta comisión fija, algunas entidades bancarias cobran intereses diarios por los días en los que la cuenta esté al descubierto, con un TAE que puede superar fácilmente el 7-9%. Cuando más se tarde en ingresar dinero, más va a costar ese descubierto. Por lo que, evidentemente, se recomienda saldar esa deuda lo antes posible dentro del margen de gracia que dan las entidades bancarias.
Además, tener la cuenta al descubierto durante mucho tiempo puede perjudicar el perfil bancario del usuario. Si el impago se prolonga, la entidad puede incluir a este cliente en fichero de morosos como ASNEF o EXPERIAN, lo que podría hacer muy difícil el acceso a créditos futuros.
A pesar de que la mayoría de personas son conscientes de que si no hay dinero en la cuenta, la tarjeta de débito no va a funcionar, hay momentos en los que sí que se pueden generar descubiertos accidentales como al cobrar ciertas suscripciones o pagos domiciliados, lo que puede generar un descuadre temporal, ya que algunos servicios no cargan la cuota el mismo día del mes, lo que puede generar un pequeño desfase si no se ha calculado bien.
También, cuando se va a reservar una habitación de hotel o alquilar un coche, donde en ocasiones, se bloquea una cantidad de dinero en la cuenta que puede tardar unos días en liberarse. Y por supuesto, cuando en la cuenta queda poco dinero y no se tienen en cuenta ciertas comisiones que puede cobrar el banco como la de mantenimiento, las cuales pueden dejar la cuenta al descubierto.
La legislación española, concretamente la Orden EHA/2899/2011 sobre transparencia y protección del cliente de servicios bancarios dice que las entidades deben informar previamente al usuario sobre la posibilidad de generar descubiertos y las condiciones económicas que están asociadas a ello. Además, el cliente debe ser quien autorice expresamente el cargo de operaciones que puedan generar descubiertos para que puedan considerarse válidas, y el banco está obligado a facilitar información clara sobre el coste que les puede suponer a sus clientes dejar su cuenta al descubierto, tanto en comisiones como en intereses.
¿Qué hacer si se entra en descubierto?
Lo primero es tener un control sobre los movimientos tanto de la tarjeta como de la cuenta, y verificar cada operación, sobre todo aquellas que han generado el saldo negativo, ya que puede tratarse de un cargo duplicado o algún error que se pueda solucionar fácilmente. En caso de que esto suceda, se debe acudir a la entidad bancaria para consultar si se podría anular la comisión, especialmente si no había pasado anteriormente. Algunos bancos pueden perdonarla como cortesía.
Se tiene que tener en cuenta que cada día que pasa en descubierto genera más intereses, por lo que se debe ingresar dinero lo antes posible para que la deuda no crezca. Es fundamental revisar los términos del contrato para comprobar si se tenía autorizado algún límite de descubierto o si la entidad ha actuado fuera de lo que se pactó en su momento. Esto es útil para futuras reclamaciones.
Si haciendo estas comprobaciones se descubre que el banco no ha informado de la manera adecuada al cliente o está cobrando comisiones abusivas, se puede presentar una reclamación ante el Servicios de Atención al Cliente o acudir al Banco de España.


