Ayuno extremo, el nuevo sacrificio de Samanta: este lunes, a las 22:45 h.

Los sacrificios más extremos, este lunes en 'La Vida con Samanta'
cuatro.com
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Samanta conocerá a Vicente y Ray, una pareja muy familiarizada con el sacrificio. Para estar más sanos física y mentalmente practican ayunos y se alimentan solo de la energía que les rodea, el sol, el agua, la propia respiración o la meditación. Es el prana, una modalidad de yoga cuyo último objetivo es fundirse con la energía vital. Aseguran que desde que empezaron, no han vuelto a enfermar. “Son los ascetas del siglo XXI, gente que va más allá del límite corporal con tal de explorar nuevos espacios de conciencia. Están dispuestos incluso a sacrificar la vida porque para ellos no hay diferencia entre vida y muerte”, explica Samanta.

La reportera los invita a su casa y los acompaña durante tres días con su ayuno, en el que tampoco tomará agua. “Un ayuno seco de tres días es poner tu cuerpo y tu mente al límite. En algún momento creí que no podría continuar”, confiesa la periodista, que, pese a los altibajos emocionales y físicos, experimentará una sorprendente sensación de bienestar.

Kalaca Skull, el siguiente protagonista de ‘La vida con Samanta’, siempre tuvo el deseo de convertirse en una calavera y va camino de conseguirlo a base de dinero y dolor. Desde niño había sentido cierta atracción por la muerte y al morir su madre, cuando tan solo tenía diez años, le prometió que se convertiría en una persona fiel a sí misma. En ‘La vida con Samanta’ los espectadores verán su siguiente paso: someterse a una operación para ponerse mentón y ser, al fin, la calavera viviente que desea ver en el espejo.

Otra de las grandes historias nos las deja el último invitado. A Raúl enamorarse le salió caro. No supo ver que ese amor traería consigo el mayor sacrificio de su vida: separarse de su hija. Todo era aparentemente normal en su vida hasta que a los pocos meses de ser padre se separó y su mujer se llevó sin previo aviso a la niña a Polonia, su país de origen. Raúl viaja allí cada dos semanas para poder verla según lo estipulado en el régimen de visitas, pero su expareja no le lleva a la niña.