Teresa Romero: “Si con mi sangre se puede curar, aquí estoy hasta quedarme seca”

cuatro.com 05/11/2014 14:22

Teresa Romero ingresó en el Hospital Carlos III de Madrid tras contagiarse por el virus del ébola. Tras 30 días, la auxiliar de enfermería recibía el alta y aparecía ante los medios de comunicación acompañada por el equipo médico que le ha tratado. Entre numerosos gestos de cariño, llegaba a la sala en la que se dirigía, muy emocionada, a los medios de comunicación. Así han sido sus palabras:

"Estoy aquí para darlos las gracias, aún me encuentro muy débil, por lo que me vais a permitir que os lea lo que quiero deciros. Quiero que sea rápido para poder recuperar mi tranquilidad e irme cerca de mi familia, a la que tanto tengo que agradecer, para restablecerme rodeada de lo míos, estos que me han hecho luchar por seguir en este mundo.

Doy gracias a Dios y a Santiago Apóstol por devolverme la vida, por poder estar aquí para contaros mi experiencia pero tendréis que ser pacientes, dejadme recuperarme y respetarme mi tranquilidad. Si Dios hizo el milagro se sirvió para ello de mis compañeros, los médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, personal de limpieza, seguridad… Han demostrado que tenemos la mejor sanidad del mundo, profesionales abnegados que pese muchas veces a la nefasta gestión política son capaces de obrar milagros, yo soy uno de ellos.

Cuando me veía morir me aferraba a mis recuerdos, a mi familia, a mi marido al que adoro, me encontraba aislada, no tenía más contacto que el que tenía con Javier a través del teléfono de la habitación y el cariño de estos profesionales quienes con su dosis de paciencia y amor por mí y por la profesión me mostraban como la sociedad española luchaba contra el ébola y me aupaba para salir adelante. Con vosotros los medios se entendió y conoció la enfermedad que no importó al mundo occidental hasta que el contagio llegó aquí y lo fue a través mía.

Yo no sé lo que falló, ni si quiera sé si falló algo, solo sé que no guardo rencor ni reproches pero si mi contagio sirve para algo, para que se estudie mejor la enfermedad y pueda ayudar a encontrar una vacuna o mi sangre sirva para curar a otras personas, aquí estoy, lo mismo que hizo la hermana Paciencia a quien desde aquí le digo que estoy deseando encontrarme con ella, darle un gran abrazo y que vosotros seáis testigos de ello, nunca le estaré lo suficientemente agradecida. Si con mi sangre se puede curar aquí estoy hasta quedarme seca. Me ofrecí voluntaria para ayudar aun a riesgo de poner en peligro mi vida pero creo que no ha sido en vano.

Quiero dar también las gracias a tantas personas que nos han apoyado, a los miles de mensajes de aliento que hemos recibido por carta, teléfono, redes o medios. Mi agradecimiento al personal médico del Hospital de Alcorcón y por supuesto al Hospital Carlos III, en especial a todo el equipo médico, enfermeros, auxiliares, personal de limpieza, celadores… que han estado en todo momento conmigo y sin cuyo apoyo, esfuerzo, abnegación y sus inmensas dosis de cariño no hubiera sido posible salvar mi vida.

Quiero también dar las gracias a mis vecinos por todo lo que han tenido que soportar aparte del pánico, la desinformación, los golpes o la limpieza, el ir y venir de los medios… Ellos saben que no somos gente a la que le guste el jaleo, esperemos que la tranquilidad vuelva a ser la constante del vecindario. No quiero olvidarme de dar las gracias a las personas que no he mencionado, ellas saben quiénes son.

Y remitiros a mis abogados para que ahora sean ellos los que os informen de los pasos que vamos a seguir. Pediros que les dejéis trabajar, hemos sido nosotros sin presiones lo que hemos decidido esta vía y confiamos en su profesionalidad que jamás hemos puesto en duda, pese a algunos que se empeñan en ello.

Ahora creo que llega el tiempo de descansar, que respetéis que me recupere para poder transmitiros mi experiencia, a todos gracias de todo corazón”.

Javier Limón, marido de Teresa: “Tere no se ha referido a una cosa porque no puede hacerlo porque se emociona demasiado, me refiero a nuestro perro Excalibur. Esto es lo que ella quería decir: Tengo también un recuerdo de nuestro querido perro Excalibur al que considerábamos familiarmente como el hijo que nunca tuvimos. Quiero dar las gracias a todos los amantes de los animales y que tanto nos han ayudado, una ayuda que fue estéril. A nadie le importó lo relevante que era el animal para una familia como nosotros, que no tenía hijos, fue ejecutado sin darnos siquiera la oportunidad de alegar, como hemos visto en Estados Unidos, no era necesario, hemos perdido una gran oportunidad científica de ver el desarrollo de la enfermedad en los animales y verificar si estos son capaces o no de transmitirla".