Javier Iglesias, padre de Pablo, nos contaba que era "un niño normal", simpático y con muchos amigos. Además y añadía que su hijo "no respondía en absoluto a la imagen del empollón retraído metido en sí mismo siempre estudiando". También nos hablaba de su primer trabajo, vendía objetos como bolígrafos o agendas en los bares, le exigían chaqueta y corbata y cogía las prendas de su padre.