José Alejandro Castaño, el periodista que participó en el operativo de búsqueda de los niños colombianos: "Pasaron cosas inexplicables"
José Alejandro Castaño es periodista y escritor
"Un impacto de avión siempre es doloroso e impactante", explica
Los indígenas hacían ofrendas a los 'duendes' de la selva para que devolviesen a los niños
José Alejandro Castaño, es uno de los periodistas que acompañó al operativo de búsqueda que dio con los niños desaparecidos durante un mes en la selva de Colombia. El escritor explica que se trata de una selva muy profunda y en la que es imposible encontrar nada:
"Desde el aire eso es sumamente tupido, sumamente cerrado. La pregunta qué se hace es: ¿Quién puede ubicar algo aquí? Los satélites que están rastreando con precisión lo único que identifica son copas y copas de árboles. La sensación es que era imposible, que, si alguien había en esa selva, era imposible ubicarlos", cuenta.
Además, Castaño detalla cómo fue encontrar el avión en la selva: "Un impacto de avión siempre es doloroso e impactante, sobre todo el hedor a muerte. Murieron tres personas incluida la madre de los niños. La avioneta fue encontrada 15 días después del accidente. Para entonces los cuerpos ya estaban muy descompuestos, sobre todo el de la madre. En el impacto, un indígena que viajaba en el avión quedó decapitado. Cuando llegamos no había nada de eso, pero si estaba el olor. Tocar la avioneta era tocar el vestigio más cercano a los niños".
En esta historia, también hay un factor espiritual: "Los indígenas pedían aguardiente y whisky para que los espíritus de la selva soltaran a los niños. Algunos de ellos sentían mucha zozobra y miedo, y eso que son soldados. Hable con dos de ellos que descubrieron que tenían los cordones de las botas desatados, algo que era imposible que ocurriera, porque esas botas están hechas para que no se puedan desatar. No tiene explicación", asegura.
La teoría que explicaría el difícil hallazgo de los niños
Según los indígenas, el difícil encuentro de los niños se debería a motivos mágicos, según cuenta José Alejandro Castaño:
"Para los indígenas habían entrado en otra dimensión, incorpórea, vinculada con los animales y las plantas. Todos coinciden con que es una selva muy silenciosa. Por esto todas las mañanas fumaban tabaco para comunicarse con el bosque y pedirle que devolvieran a la niña. La mayor tiene 13 años y se encuentra en la etapa de maduración sexual, por lo que dicen que resultaba mucho más atractiva para los espíritus de los bosques".