Enrique se hace el gallego en su decisión final en ‘First Dates’: “¿Elvira, tendrías una segunda cita conmigo?”

  • Elvira no quiere sacar a tomar algo a Enrique: “Tengo una perrita”

  • Enrique, ante las enfermedades de su cita: “No hables mal del caballo que no lo vendes”

  • Elvira da calabazas a Enrique: “No pongáis los pajaritos”

Enrique está acostumbrado a salir a la calle dispuesto a encontrar a la mujer de su vida y en ‘First Dates’ la ha encontrado. Eso sí, ella estaba tan ocupada con su perrita enferma que no ha encontrado un hueco para darle una segunda cita.

Elvira se considera una persona alegre, con sentido del humor, afectiva y muy abierta. En el amor le ha ido bastante bien “comenzó a los 11 años con el chico que te gustaba del cole”. No se ha casado nunca, pero tiene un hijo. No es especial para el físico, pero sí espera que su cita le entre por los ojos y sea un tipo simpático.

Enrique, su cita, se considera una buena persona “soy buena gente y muy amigo de mis amigos, que suena muy bien y es todo mentira”. Cada día se viste como si fuera a encontrar a la mujer de su vida y se mira al espejo dispuesto a querer lo que ve “me digo ‘Qué guapo soy y qué culito tengo’”.

Al ver a Elvira, ha tenido claro que le gustaba lo que veía y eso que todavía no había comenzado a hablar con ella. A ella le ha gustado que fuera gallego y le ha contado que está buscando su última relación porque ya tiene una edad en la que no quiere aventuras. Al llegar a la mesa, le ha reprochado a Carlos Sobera que se le hubiera adelantado en colocarle la silla a Elvira porque era un gesto que le hubiera gustado hacer a él.

Enrique ha querido saber cuál era la profesión de su cita y él le ha contado que trabajaba vendiendo coche. De hecho, le ha preguntado qué coche tenía y le ha intentado ofrecer algunos mejor. Ella le ha parado en seco y le ha dicho que no siguiera porque no le iba a vender ningún coche. Enrique está acostumbrado a vender de todo y al escuchar a Elvira contarle que había tenido una caída y que desde ahí se le había complicado la vida “me volví a caer, me fastidié también las cervicales…”, él le ha pedido que dejara de hablar “No hables mal del caballo que no lo vendes”. En una primera cita hay que vender lo bueno de ti, no contar las cosas malas que ya se verán con el tiempo.

El soltero le ha confesado a su cita que estaba muy cómodo con ella y que no se lo esperaba para nada. Elvira le ha contado que había quedado dos veces por redes sociales y que le había salido fatal “uno era un mentiroso y el otro solo quería sexo”. Algo que ha derivado en la libertad sexual de los jóvenes “es más rápido tener sexo que tomarse un gin tonic”. Enrique le ha confesado que él antes era machista porque nació en una época que lo eras, pero que es padre de dos hijas y ha cambiado “a mí me dijeron que tener una llave que abría todos los candados era tener una llave maestra y que tener un candado que abrían todas las llaves, era tener una mierda de candado”.

Enrique estaba tan contento con Elvira que no ha dudado en preguntarle si le iba a llevar a tomar una copa. Elvira le ha dejado claro que ella no bebe y no sale por la noche. Él ha insistido porque iba a estar en Madrid solo una noche y ha alucinado cuando ella le ha dicho que no podía irse con él a tomar algo porque tenía una perrita de 16 años y enferma que le esperaba en casa.

Algo le decía a Enrique que le iban a dar calabazas y en el momento de la decisión final se ha hecho el gallego y ha respondido con una pregunta. Con mucho humor e ironía, Elvira le ha dado calabazas por vivir en Vigo y él las ha aceptado con mucha dignidad. Una pena, pero Cupido no ha terminado de aceptar en la diana.