Imaginen una receta que mezcle cante, baile y sonrisas. Que sea capaz de unir a niños, padres y maestros, para que la entrada en el cole sea una auténtica fiesta. Se acabaron los retrasos, las malas caras ya hasta el sueño, porque una vez dentro, solo se aceptan sonrisas. Ubicado en la zona norte de Granada, donde la tasa de paro ronda el 80% y el absentismo escolar es bastante alto, fue la maestra de música la que decidió hacer algo diferente. Ingenió la receta que siempre funciona y que ellos adoran. Buenos momentos que hacen que las aulas no sean sinónimo de abrir los libros, porque hay lecciones que valen mucho más que eso.