Antonio Blasco perdió a su mujer, Margie Kay Reckard, en la matanza de El Paso. Tras la tragedia, el hombre tenía miedo de quedarse solo en el funeral, ya que ella era su única familia. Llego incluso a pensar en suspender el acto, pero finalmente tuvo una idea mejor: invitar a todo aquel que quisiera, para acompañarla y darle cariño.
La respuesta de la ciudadanía ha sido sorprendente: cientos de personas se han acercado a La Paz en El Paso donde se oficiaba la ceremonia de despedida, llenado el lugar de flores. Tan masiva ha sido la implicación ciudadana que la funeraria incluso ha tenido que cambiar la localización.
Esta imagen de fraternidad contrasta con el horror sufrido el pasado 3 de agosto, cuando 22 personas fueron asesinadas víctimas del racismo, en este caso y según ha confesado el propio atacante, contra los mexicanos.