Macron no acaba de dar con la tecla para convencer a la opinión pública de que es una persona cercana y preocupada por lo que ocurre al pie de la calle. Los índices de popularidad del presidente están por los suelos, sí, pero él ha dicho que las reformas se llevarán a cabo pase lo que pase. Desde la presidencia se destaca que no miran las elecciones ni los votos, y que fuera de la política también tienen hueco.
Aun así, Macron intenta conectar con la gente, pero cada intento últimamente acaba en fracaso. Ahora la polémica ha surgido por una fotografía con franceses negros, en Saint-Martin, en las Antillas. El arrogante, autoritario, encerrado en un búnker en el Elíseo, en las Antillas francesas intentó ser uno más. Acompañado de su siempre eficaz servicio de seguridad personal, Macron decidió quitarse la chaqueta para ir al encuentro de los franceses de las Antillas, muy mayoritariamente negros, aceptando las fotografías personales, en casi cada esquina, con un resultado contrario al previsto.
Un ‘primer selfie’ del jefe del Estado, entre dos franceses negros con la corbata desabrochada, entre dos jóvenes que hacen gestos de colega con las manos no ha gustado a muchos. Y menos que nadie a Le Pen. El presidente altivo ha bajado a la calle pero también ha fallado en las formas.