"Parecía una judía quemada", comentaba la protagonista de esta historia, Troy Walker, en declaraciones a KSL "pero cuando mer acerqué, vi ojos y la quité de la sartén gritando". A continuación, la mujer se acercó a la tienda donde había comprado la lata para dejar la cabeza de la serpiente.
"Mi máxima preocupación era que alguien encontrase el cuerpo", narraba la afectada, que afirma que los empleados de la tienda le reembolsaron inmediatamente el importe de la compra.
Además, Walker envió una fotografía de la cabeza a la empresa Western Family, que comenzó una investigación sobre los hechos.