El curioso origen de los nombres de las islas

  • La denominación de la mayoría de lugares paradisíacos se debe a las exploraciones marinas de siglos atrás

  • Algunas tienen origen en novelas de caballerías y otras en pasteles

  • Dos ínsulas podrían ser origen de la novela de Robinson Crusoe

En verano nuestra mente navega mar adentro y sueña con lugares paradisíacos. Pero cuál es el origen de nombres tan sugerentes como las islas Barbados, California o la tan extendida toponimia de las islas de Pan de Azúcar. Una visita al museo naval de Madrid junto a Beatriz Sanz, profesora de lengua y literatura de la Universidad de Valladolid y visitante en la de Turín,  nos desvela algunas de las curiosidades de como surgieron estos nombres. Por ejemplo, California tiene su origen en ‘Las sergas de Esplandián’, un libro de caballerías donde describe una isla de oro y joyas en la que vivían las amazonas, unas míticas  mujeres guerreras.

El origen de los nombres de las islas era más bien práctico para su identificación por los marinos. Por ejemplo, Barbados, porque sus habitantes tenían barba. Si bien otras fuentes señalan que el nombre procede de las raíces u hojas colgantes de algunos árboles que le daban aspecto de barba. El nombre de las islas Filipinas se nombró por el rey Felipe II y de ‘Austrialia’ parece ser la combinación de austral, al sur, y Austria, la Casa Real gobernaba España. Posteriormente se suprimió la “i” entre la r y la a.  En este sentido es recomendable la lectura de “Australia: los descubrimientos ibéricos y la construcción de una historia nacional australiana (1874 - 1957)” de Manuel Burón al citar las palabras del explorador y descubridor de Australia Pedro Fernández de Quirós “…y de todas las tierras que dejo vistas y estoy viendo, y de toda esta parte del Sur hasta su Polo que desde ahora se ha de llamar la Austrialia del Espíritu Santo, con todos sus anejos y pertenecientes”.

Entre los sueños veraniegos más recurrentes es la de marcharse a una isla desierta como la descrita por Daniel Dafoe en su novela Robinson Crusoe, publicada en 1719. Inspirada para unos en la historia de Alexander Selkirk, náufrago escocés ocurrida diez años atrás, y para otros en la del español Pedro Serrano cuyo relato de 1528 fue ampliamente difundido. La isla chilena 'Más a tierra' donde estuvo el escocés se renombró en 1966 por motivos turísticos como Robinson Crusoe. Es decir, la ficción, el personaje devoró la realidad. Mientras, la del español que naufragó en un atolón de Colombia se sigue llamando en su honor ‘Banca Serrana’, un paraíso del caribe para soñar este verano; eso sí, rodeado de tiburones.