“Philae” logró posarse sobre el cometa 67P tras rebotar tres veces sobre su superficie. Ahora está anclado a un acantilado del cuerpo celeste y los científicos temen que no reciba suficiente luz solar para recargar sus baterías pero el éxito en la complejísima maniobra de aterrizaje ha vuelto a poner sobre la mesa los retos de la exploración espacial y el liderazgo de la NASA acosada por nuevos actores privados en el sector y países emergentes como China e India.