“Pero niño, ¡si eso no duele!”
Usted tiene un dolor insoportable, constante. Lamentablemente, aún no tiene desarrollada su capacidad de expresarse, en todo caso es limitada. A lo máximo que llega es a decir: “pupa”. Su dolor está explotando dentro de su cuerpo pero el humo, esos síntomas que alertarían a los que le rodean, no salen fuera. Para su “desgracia” ese dolor no se visibiliza en una brecha sangrante que haría saltar las alarmas. No ha tenido esa “suerte”. Así que no puede hacer otra cosa que llorar y llorar para llamar la atención. Es su forma de pedir socorro a los que le están mirando. Sin embargo, la ayuda que recibe es esta: “el nene está un poco raro, ya se le pasará. Quizá tenga sueño…” y eso que son sus padres y usted su querido bebé.
El dolor infantil es el gran desconocido de todos. Incluso también para bastantes profesionales de la medicina. Como señaló Jordi Miró, Director Cátedra del Dolor Infantil Universidad Rovira i Virgili-Fundación Grünenthal, existe la “errónea creencia errónea de que los niños no podían percibir dolor. De hecho, hasta mediados de los años 80 muchos hospitales del mundo hacían intervenciones quirúrgicas en menores de dos años sin anestesia”.
Ahora en verano, todo el mundo piensa en vacaciones. Ya sólo imaginarnos en ellas es un lujo para casos como el de Cristina. En este reportaje de Noticias Cuatro nos acercamos a ella, que está ingresada en la unidad del dolor del Hospital Universitario La Paz, en Madrid. Porque pese a que según el barómetro del dolor, los españoles adultos somos de los países que más abiertamente hablamos del dolor que padecemos, ignoramos el que padecen los niños. Cristina nos cuenta lo que nos pasa, otros niños ni siquiera llegan a eso. Con ella, le traemos la experiencia de los niños que sienten dolor de verdad y que lo padecen durante años. La capacidad de seguir adelante, de sonreír…Pese a su sufrimiento es toda una lección de vida que hemos resumido en estos dos minutos de Noticias Cuatro.