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Esta historia cuenta que en 1887 aparecieron en una gruta un niño y una niña de pigmentación verde y con unos trajes extraños. Los aldeanos, al vernos, los llevaron a casa del alcalde del pueblo para lavarles. Ahí se dieron cuenta que los niños eran originales de color verde y que sólo comían verduras. El niño murió al poco tiempo por su debilidad, y a partir de entonces la niña comenzó a perder su pigmentación. En el pueblo le enseñaron a hablar y ella pudo explicar que procedían de un país lejano y que aparecieron de la nada en aquella gruta.