La historia de las monjas emparedadas en Toledo que pone los pelos de punta: "En esta fotografía aparece una de esas mujeres"

  • Una foto tomada en 1885 en un convento de Toledo revela lo que parece ser el cadáver de una monja: “Es imposible que esa mujer, con ese aspecto, estuviera viva”

  • Eduardo Sánchez cuenta la historia del terrorífico convento toledano: “Las monjas huían de allí por el tejado, las tenían en condiciones infrahumanas”

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Eduardo Sánchez Butrageño es un auténtico apasionado de la fotografía, y más concretamente de la fotografía antigua. Hace unos años, Eduardo se hizo con fotografías antiguas de la ciudad de Toledo tomadas en el año 1885. Al revisar esas fotografías que acababa de adquirir, en una de ellas descubrió algo que le heló la sangre: lo que parecía ser una monja con aspecto fantasmal, con cara de calavera, miraba directamente al objetivo del fotógrafo que tomó esa imagen siglos atrás.

Movido por la curiosidad y también por el pánico que sintió, Eduardo comenzó su investigación y descubrió que el edificio en el que un ser extraño aparece apoyado en una ventana no es otra cosa que el antiguo convento de Jesús y María de Toledo.

Ahondando en los archivos de la época, Eduardo se topó con algo que no esperaba y que le aterró aún más. La prensa de la época llegó incluso a recoger lo que sucedía en aquel convento, un lugar en el que las religiosas pasaban auténticas penurias: “Me puse como loco a rastrear lo que ocurría en ese momento en aquel convento y descubrí que allí las monjas llegaban incluso a fugarse por los tejados porque no soportaban las condiciones de vida del lugar, estaban demacradas, pálidas, llegando incluso a permanecer seis meses a pan y agua o encerradas en pequeños habitáculos”.

Emparedadas vivas: la situación de las religiosas en este aterrador convento

En aquella época, y especialmente en la ciudad de Toledo, se solía llevar a cabo el emparedamiento de mujeres por distintas razones. Algunas religiosas decidían por voluntad propia emparedarse vivas como forma de protesta por la forma de vida de la ciudad que ellas consideraban libertina.

Otras mujeres, de la clase alta, decidían encerrarse entre cuatro pequeñas paredes y perecer allí por la situación extrema que estaban viviendo: “Eran mujeres que habían sido casadas con hombres a la fuerza y que preferían acabar de esta manera con sus vidas”. Por último, podía tratarse también de un castigo común en la época para mujeres que hubiesen cometido algún tipo de delito.

La monja que aparece en la fotografía que Eduardo Sánchez Butrageño ha traído hasta la nave del misterio ha descolocado a todos en la mesa de debate: “Es imposible que esa mujer estuviera viva, todo hace indicar que se trata de una mujer fallecida, una de esas monjas que murió en aquel convento”.