Insomnio por estrés: cómo calmar la mente antes de dormir sin recurrir a fármacos
La meditación, la respiración profunda, una buena higiene del sueño o escribir antes de dormir pueden ayudar a romper el círculo del insomnio por estrés
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Dormir bien no es tan simple como acostarse y cerrar los ojos. Muchas personas descubren que, cuando llega la noche, en lugar de relajarse, su mente se activa con pensamientos sobre problemas laborales, preocupaciones financieras, responsabilidades familiares o incluso conversaciones pendientes que no tienen importancia real. Esta incapacidad de desconectar es uno de los principales causantes del insomnio por estrés.
Este trastorno cada vez es más frecuente en una sociedad que vive a un ritmo acelerado, con una sobreinformación y falta de espacios de calma. De hecho, se estima que más del 30% de la población adulta ha experimentado dificultades para dormir que están relacionadas con el estrés en algún momento de su vida.
El impacto de este problema es más grande que simplemente pasar una mala noche. La falta de sueño de calidad afecta a la memoria, la concentración, la productividad y el estado de ánimo.
Además, se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas y depresivas. Aunque los fármacos para dormir pueden parecer una solución sencilla y sobre todo, rápida no están libres de efectos secundarios ni tampoco son un remedio duradero. Por ello, cada vez se recomiendan técnicas naturales y estrategias que puedan ayudar a restablecer el equilibrio sin necesidad de medicación para poder descansar.
Cómo calmar la mente antes de dormir
Crear rutinas previas para preparar el descanso
Tener un ritual antes de dormir ayuda a enviar señales de calma al cerebro. Se recomienda establecer un horario regular para acostarse y levantarse, aunque sea fin de semana, ya que esto sincroniza el reloj biológico. Algunas actividades como leer un libro (pero en papel), tomar una ducha templada o practicar ejercicios de respiración profunda pueden ayudar a entrar en ese “modo descanso”.
Controlar la exposición a pantallas
La luz azul inhibe la producción de melatonina. Esta luz es la que emiten los dispositivos electrónicos, por lo que revisar el móvil o el ordenador en la cama no solo va a estimular el cerebro con información, sino que también va a retrasar la sensación de somnolencia. Se recomienda evitar las pantallas al menos una hora antes de dormir. Si no se puede evitar, se pueden utilizar filtros de luz azul.
Técnicas de relajación y mindfulness
El mindfulness y la meditación guiada son herramientas respaldadas por la ciencia para reducir el insomnio vinculado al estrés. Estas prácticas pueden ayudar a bajar mucho la rumiación mental, es decir, esos pensamientos repetitivos que no dejan conciliar el sueño, y también a regular el sistema nervioso. Algunos ejercicios de respiración con el 4-7-8, es decir: inhalar 4 segundos, mantener 7 y exhalar en 8 o el escaneo corporal progresivo son muy útiles.
Evitar estimulantes durante la tarde-noche
El café, el té negro, las bebidas energéticas o incluso el chocolate contienen cafeína o teína, sustancias que bloquean los receptores de adenosina, una molécula que induce el sueño. Su consumo en horas avanzadas del día puede prolongar el estado de alerta y dificultar la conciliación del sueño. Pasa lo mismo con el alcohol: aunque en un primer momento pueda producir somnolencia, en realidad fragmenta el sueño y reduce la fase REM, fundamental para la reparación cognitiva.
Realizar actividad física en el momento adecuado
El ejercicio regular mejora mucho la calidad del sueño al reducir la ansiedad, regular los ritmos circadianos y favorecer la liberación de endorfinas. Sin embargo, si se realiza actividad física intensa en las horas previas a dormir puede tener el efecto contrario: aumentar la temperatura corporal y activar el sistema nervioso simpático, dificultando la conciliación.
Tener un entorno adecuado para dormir
Un dormitorio que transmita calma puede marcar la diferencia entre una noche de insomnio y un sueño reparador. Factores como la temperatura, la oscuridad total y la reducción de ruidos son fundamentales. Usar cortinas opacas, tapones para los oídos o máquinas de ruido blanco son aliados eficaces. También se recomienda reservar la cama únicamente para dormir y mantener una correcta higiene del colchón y la ropa de cama.
Escritura terapéutica antes de dormir
Llevar un diario donde se escriban las preocupaciones o pensamientos pendientes puede ayudar a liberar la mente antes de ir a la cama. Esta práctica es conocida como journaling, y ha demostrado ser muy eficiente para reducir esa rumiación cognitiva y favorecer el descanso.
Aromaterapia y relajación sensorial
Utilizar aceites esenciales como la lavanda, la manzanilla o la bergamota ha mostrado efectos calmantes en el sistema nervioso. La aromaterapia puede ser muy beneficiosa para reducir el estrés y mejorar la calidad del sueño de algunas personas. Para ello se pueden utilizar difusores, infusiones o incluso gotas en la almohada.
Limitar las siestas diurnas
Aunque una siesta breve, de unos 20-30 minutos puede ser beneficiosa para la recuperación, dormir demasiado tiempo durante el día o hacerlo durante la tarde-noche puede alterar los ritmos circadianos haciendo más complicado el sueño nocturno.
