En las primeras pruebas piloto de la semana de 4 días ha habido diversidad de opiniones por la preocupación por una jornada lectiva más intensa y la logística del día libre
Los beneficios de que los niños ayuden con las labores caseras, según Harvard
La jornada escolar de 5 días ha sido durante décadas un pilar inamovible del sistema educativo en gran parte del mundo. En los últimos años, en Estados Unidos, un gran número de distritos escolares ha comenzado a experimentar un cambio estructural importante: la implantación de una semana escolar de solo 4 días. En un principio parecía una medida provisional para afrontar la escasez de docentes o reducir costes operativos, pero se ha convertido en un fenómeno educativo que suscita cada vez más interés a nivel internacional.
Este modelo alternativo, concentra las jornadas más largas de martes a viernes, liberando el lunes. Esta medida busca no solo aliviar la carga laboral del profesorado y mejorar su bienestar, sino que también pretende favorecer la motivación del alumnado y darle más flexibilidad a las familias. Pero, ¿funciona realmente?
Primeros resultados del piloto
Las evaluaciones preliminares de la implementación de la semana escolar de cuatro días que se han realizado principalmente en Estados Unidos, aportan una visión mixta pero muy relevante para entender sus efectos educativos y sociales.
Un estudio en 2015, publicado en Education, Finance and Policy por investigadores de Georgia State y Montana State, comparó informes de resultados de matemáticas de quinto curso en colegios de Colorado antes y después de adoptar esta semana de cuatro días. Se encontró que había un incremento de entre el 7% y el 12% en el porcentaje de estudiantes alcanzando niveles competentes o avanzados en matemáticas, mientras que los resultados en lectura se mantuvieron estables.
De manera similar, un estudio que se centró en las escuelas de secundaria de Oregón reportó que los alumnos de 11º grado a los que se les aplicó esta semana de 4 días obtuvieron puntuaciones en matemáticas 0,09 desviaciones estándar por debajo en comparación con sus iguales en semana tradicional, señalando también un aumento del absentismo crónico y una reducción en las tasas de graduación oportuna.
Globalmente, la evidencia científica muestra que la adopción de este modelo no perjudica significativamente el rendimiento escolar a corto plazo, pudiendo incluso ayudar a mejorar el rendimiento en ciertos contextos. En cuanto al aprendizaje a medio y largo plazo, puede haber un ralentizamiento del aprendizaje, sobre todo en matemáticas.
Cómo se está implantando en Europa
Aunque el modelo de cuatro días lectivos semanales han tenido mayor recorrido en Estados Unidos, algunos países europeos han comenzado a explorarlo de forma puntual. En Francia, desde hace años, muchas escuelas aplican su llamada “semana de cuatro días y medio”, con clases de lunes a viernes por la mañana, y miércoles libre por la tarde. Esto está pensado para reducir la fatiga escolar sin perder horas lectivas.
En España, aún no existe una política generalizada que contemple la implantación oficial de la semana de cuatro días en la educación pública. No obstante, algunas comunidades autónomas han comenzado a reflexionar sobre la reorganización horaria en centros de Primaria y Secundaria. En la Comunidad Valenciana, por ejemplo, hay colegios con jornada continua que han valorado la posibilidad de adaptar este calendario lectivo para incluir más descansos periódicos.
En Finlandia, un país referente en innovación educativa, aunque aún no ha implantado formalmente una semana escolar reducida, sí que existen medidas de flexibilidad horaria y aprendizaje autónomo que, en la práctica, permiten a algunos alumnos disfrutar de más tiempo libre o trabajar a distancia bajo supervisión docente.
Según el informe Trends Shaping Education 2024 de la OCDE, se espera que en la próxima década aumente la demanda de estructuras educativas más adaptables, que combinan presencialidad, trabajo autónomo y descanso estructurado para fomentar la salud mental y el rendimiento. Con esto el debate en Europa sobre reducir la carga escolar sin sacrificar su calidad está abierto.
Reacciones de los alumnos y padres
Las primeras experiencias con la semana de cuatro días han generado opiniones diversas entre los protagonistas: los alumnos y sus familias. En cuanto a los alumnos, el 85% prefiere la semana de cuatro días frente al modelo tradicional. Muchos argumentan que les permite tener más tiempo libre para descansar, practicar deportes, hacer deberes o trabajar en proyectos personales. El 90% de los estudiantes afirmó que ese día libre lo pasaban en casa sin mayor repercusión en la organización familiar.
Los estudiantes de secundaria sí que expresaron opiniones más matizadas, ya que, aunque la mayoría estaba a favor, estaban preocupados por que la jornada lectiva fuera más larga y por tanto, hubiera una mayor carga de trabajo.
Por otro lado, los padres también están a favor, ya que piensan en los beneficios que tendría en su bienestar familiar. También destacaron el incremento del tiempo en familia y la reducción del agotamiento familiar.
De todos modos, también hay una preocupación entre los padres por el incremento de la duración de las jornadas y la necesidad de gestionar su cuidado, sobre todo en hogares con situaciones laborales más complicadas.


