Salud

Golpe de calor silencioso: cómo reconocer sus primeros síntomas antes de que sea grave

Fatiga extrema, piel seca o confusión son algunos de los síntomas. Freepik
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El calor extremo se ha convertido en algo más común de lo que nos gustaría pensar. Se ha convertido en una realidad que azota nuestro país cada verano. Con el cambio climático, las olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas, y pueden dar lugar a los temidos golpes de calor.

El golpe de calor es una emergencia sanitaria grave que puede dejar incluso secuelas neurológicas, orgánicas o provocar la muerte si no se detecta y trata a tiempo. Muchos desconocen que existe una frase previa, subclínica o “silenciosa” en la que el cuerpo ya puede comenzar a mostrar señales de alarma sin llegar al colapso extremo. Estas señales, aunque son menos evidentes, son fundamentales para poder actuar antes de que se desencadene un cuadro severo.

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Aunque se suele hablar del golpe de calor como algo brusco, en muchos casos se desarrolla gradualmente: primero aparece el agotamiento por calor, luego un estado transicional y, finalmente, el golpe de calor completo. Esta progresión es silenciosa e imparable, por lo que merece atención y preparación.

¿Qué es el golpe de calor silencioso?

Cuando se habla de un golpe de calor, muchos piensan en una persona desmayada bajo el sol o con fiebre altísima. Pero no todos los casos son tan evidentes. El golpe de calor silencioso es una forma progresiva y muy poco perceptible del golpe de calor clásico. El cual se define médicamente como una elevación crítica de la temperatura corporal por encima de los 40ºC, acompañada por confusión, convulsiones y, en casos concretos, coma.

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Sin embargo, antes de alcanzar este estado crítico, el organismo comienza a atravesar una fase silenciosa o subclínica, en la que los mecanismos de regulación térmica comienzan a fallar. En esta fase es cuando comienzan a aparecer síntomas ligeros como dolor de cabeza, mareos, fatiga o calambres, los cuales pueden advertir del riesgo de complicaciones mayores.

Es esencial que, cuando aparecen estas primeras señales, se realicen intervenciones rápidas para evitar que continúe el golpe de calor, el cual se puede desarrollar en minutos u horas.

Primeros síntomas: lo que el cuerpo está avisando

Cuando el cuerpo empieza a sufrir los efectos desfavorables del calor extremo, no lo hace de forma súbita. Existen síntomas iniciales que actúan como señales de alarma. Poder detectarlos a tiempo puede marcar la diferencia entre una ligera indisposición y una urgencia médica grave.

Los primeros signos pueden ser confundidos fácilmente con un cansancio típico del verano, pero esconden un mal funcionamiento de los mecanismos fisiológicos de regulación térmica. Algunos de los síntomas más frecuentes suelen ser:

Cansancio excesivo sin causa aparente

Una de las primeras señales es un cansancio que no mejora con el reposo. No se trata del típico cansancio después de una jornada calurosa, sino de una sensación de agotamiento físico que puede aparecer incluso sin hacer grandes esfuerzos.

Dolor de cabeza persistente

Cuando el cuerpo se calienta, una de las maneras que tiene de manifestarlo es a través de dolores de cabeza constantes, los cuales no se alivian fácilmente con analgésicos ni con descanso.

Sudoración que se detiene

Uno de los síntomas más graves es la ausencia de sudor. Paradójicamente, cuando el cuerpo deja de sudar, aunque haga calor, es señal de que el sistema termorregulador ha colapsado y hay que actuar con rapidez.

Piel caliente y seca

Dado que el cuerpo ha dejado de sudar, la piel deja de estar húmeda. Puede comenzar a enrojecerse y sentirse caliente al tacto. Este cambio puede pasar desapercibido si no se presta la suficiente atención.

Confusión o desorientación

Puede tratarse sencillamente de una ligera desorientación, dificultad para concentrarse, hablar con claridad o recordar cosas muy simples.

Náuseas y malestar digestivo

Aunque está poco asociado al calor, el sistema digestivo también se puede ver afectado. Pueden aparecer náuseas, vómitos, calambres estomacales o falta de apetito.

Pulso acelerado y respiración agitada

El corazón y los pulmones comienzan a trabajar más para intentar disipar el calor. Esto se puede traducir en taquicardias y sensación de falta de aire incluso en reposo.

Las etapas del golpe de calor

El golpe de calor se suele desarrollar en tres fases progresivas. La primera es la fase de advertencia, donde el cuerpo empieza a manifestar síntomas más leves como sed intensa, sudoración abundante, piel enrojecida o calambres musculares. En este punto es fundamental detener la actividad física que se esté haciendo, buscar sombra, beber líquido y refrescar el cuerpo. Esto puede ser suficiente para que el golpe de calor se detenga.

Cuando estas señales no son atendidas, se pasa a una segunda fase: el agotamiento por calor. En esta fase, la persona puede comenzar a experimentar dolor de cabeza, náuseas, mareos, confusión leve, pulso acelerado y debilidad generalizada. En esta etapa se necesita de atención médica, ya que el organismo está comenzando a fallar en su intento de regular la temperatura interna.

La última fase sería el golpe de calor propiamente dicho. Se trata de una emergencia médica en toda regla. Se caracteriza por una temperatura corporal superior a los 40ºC, donde hay una pérdida de conciencia, convulsiones, piel seca y caliente, no hay sudor y alteraciones graves del sistema nervioso central. Si no se actúa con rapidez, puede derivar en daños neurológicos importantes, fallo multiorgánico o incluso la muerte. En esta etapa es vital llamar al 112 de inmediato y tratar de reducir la temperatura del cuerpo mientras llega la ayuda.