Efectivos antiincendios de Francia se suman a las labores contra el fuego en Zamora
Plantas cortafuegos: las especies pirófitas resisten los incendios mientras otros árboles arden como cerillas
Un cortafuegos natural de agua procedente de los embalses que regulan los ríos de la zona ha permitido este jueves frenar el avance de las llamas del incendio de Porto (Zamora) y salvar del fuego la localidad de Ribadelago, la misma que hace ahora 66 años sufrió la tragedia de la rotura de una presa que acabó con la vida de 144 de sus vecinos. Informa Marta Ropero.
La decisión de abrir los elementos de desagüe de las presas de los ríos Cárdena y Segundera, de los embalses del Cárdena y de la Playa, respectivamente, se adoptó el miércoles y se ha mantenido a lo largo de este jueves como "decisión estratégica que ha resultado clave para la protección de la población y de infraestructuras críticas", han asegurado a EFE fuentes de Endesa.
Cortafuegos naturales de agua
La medida permitió crear dos cortafuegos naturales de agua que contuvo el avance del incendio en zonas de alto riesgo.
De hecho, gracias a la apertura del sistema de desagüe se refrescó el terreno y se inundaron zonas llanas que permitieron ralentizar el avance de las llamas hacia las poblaciones de Ribadelago Viejo y Ribadelago Nuevo.
Estos pueblos tienen un pasado marcado por la desgracia en relación con las presas de la zona, ya que Ribadelago Viejo sufrió en enero de 1959 las consecuencias de la rotura de otra presa de la zona, la de Vega de Tera, que anegó la localidad y mató a 144 del medio millar de vecinos que entonces tenía el pueblo.
Para evitar nuevas desgracias se reconstruyeron parte de las viviendas en el pueblo que ahora se denomina Ribadelago Nuevo y ambos cascos urbanos, separados por apenas un kilómetro de carretera, se vieron este miércoles amenazados por el incendio de Porto de Sanabria.
Para protegerlos y para salvaguardar también la central hidroeléctrica de Moncabril, situada otro kilómetro montaña arriba, este miércoles se adoptó la decisión de liberar agua.
Mientras tanto, los vecinos de Ribadelago siguen desalojados desde el martes por el riesgo que supone el incendio para las dos poblaciones, con algunos de ellos alejados a más de un centenar de kilómetros, en Benavente, viviendo de lejos la desgracia del fuego y, a buen seguro, recordando la del agua sufrida hace ahora 66 años.


