Incendios

Los incendios en Galicia podrían superar las 96.000 hectáreas quemadas en 2006

Los principales incendios en Ourense siguen activos mientras los vecinos se enfrentan a la pérdidas de sus casas
Los destrozos en las viviendas de San Vicente muestran la fuerza de la llamas en los incendios de Ourense. Noticias Cuatro
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España afronta esta semana más de veinte incendios activos mientras supera ya las 400 000 hectáreas calcinadas en lo que va de año. La bajada de las temperaturas y las lluvias recientes han aliviado la labor de los medios de extinción, pero continúan ardiendo focos muy preocupantes en Ourense, León, Zamora y Cáceres. En Galicia, el avance de las llamas convierte a la comunidad en epicentro de la emergencia forestal nacional. Informa María Jesús Argibay,

Según datos de la Xunta, en Galicia han ardido ya cerca de 90 000 hectáreas, y todo apunta a que se superarán las 96 000 quemadas en 2006, hasta ahora el peor año del que se tiene registro. Actualmente permanecen activos seis frentes en la región, con el incendio de Larouco como el más virulento: más de 30 000 hectáreas destruidas y uno de los focos que continúa fuera de control en la provincia de Ourense.

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Viviendas arrasadas por las llamas

El núcleo de San Vicente de Leira, ilustra la magnitud de los daños. Más de 140 viviendas han quedado totalmente calcinadas y el acceso al pueblo ha estado bloqueado durante días. Hasta allí se desplazaron 42 militares procedentes del acuartelamiento del rey Juan Carlos I en Salamanca para desescombrar carreteras y acompañar a los vecinos a revisar el estado de sus casas. La mayoría de ellos solo hallaban escombros.

En Cernego, otro de los núcleos asolados, el paisaje se asemeja al de una zona de bombardeo: viviendas derruidas entre árboles ennegrecidos por el incendio. En Robledo y otros pequeños asentamientos próximos, los residentes contemplan impotentes cómo generaciones de recuerdos familiares se desvanecieron en apenas minutos. “Fue un abandono total”, denuncian, recordando las casas de sus padres, tíos y abuelos convertidas en cenizas sin que nadie acudiera a socorrerles.

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Mientras las labores de extinción avanzan, los afectados reclaman mayor coordinación y medidas de prevención a largo plazo. Con el recuerdo de 2006 muy presente, Galicia vive una prueba de resistencia contra un fuego que podría convertirse en su peor catástrofe forestal.