Alergia al sol: cómo identificarla y qué hacer si aparece
La alergia al sol es una reacción cutánea que puede aparecer tras los primeros días de exposición solar intensa, sobre todo en personas con piel clara o sensible
La importancia de protegerse del sol y los rayos ultravioletas: "Con un nivel tres ya hay que tener cuidado"
Cuando llega el verano, los días se alargan, las rutinas cambian y se pasa mucho más tiempo al aire libre. Para muchas personas, esta exposición solar es sinónimo de bienestar, relax y vitamina D. Sin embargo, no todas las personas reaccionan de la misma manera. Hay un grupo de personas que al exponerse tan solo unos minutos al sol, sobre todo, los primeros días de calor tras el invierno, desarrollan una reacción cutánea inesperada: manchas, enrojecimiento, picor o incluso ampollas. Esto cada vez se ve en más gente con la llegada del verano y se le conoce comúnmente como “alergia al sol”.
Este término puede sonar alarmante, pero en realidad engloba un conjunto de reacciones de fotosensibilidad que no siempre responden a una alergia como tal, sino que se trata de una respuesta exagerada de la piel ante los rayos solares. El desconocimiento existente sobre este tipo de reacción cutánea hace que muchas personas confundan los síntomas con una quemadura solar, una dermatitis atópica o una reacción alérgica alimentaria.
¿Qué es la alergia al sol?
El término “alergia al sol” se utiliza de manera general para describir un grupo de afecciones cutáneas provocadas por una reacción anormal del sistema inmunológico ante la exposición a la radiación ultravioleta (UV), sobre todo la de tipo A (UVA). Aunque no se trata de una alergia como tal, sí que implica una respuesta inmunitaria exagerada que se manifiesta en la piel a las pocas horas o días de tomar el sol.
La forma más frecuente es la erupción polimorfa lumínica (EPL), la cual puede afectar hasta al 10-15% de la población en países europeos, según datos de la Academia Española de Dermatología y Venereología. Esta reacción suele aparecer con más intensidad en primavera o comienzos de verano, cuando la piel aún no está adaptada a la exposición solar después del invierno. En la mayoría de los casos, se presenta en personas jóvenes, sobre todo mujeres con la piel clara.
En términos médicos, estas reacciones son una forma de fotodermatosis: enfermedades desencadenadas o agravadas por la luz solar. Otras fotodermatosis pueden ser urticarias solares, el lupus eritematoso cutáneo y las reacciones fotoalérgicas provocadas por medicamentos o cosméticos. Cada una tiene sus particularidades, pero todas tienen un desencadenante común: el sol.
Cómo identificar la alergia al sol
Los síntomas de la alergia al sol pueden cambiar ligeramente según el tipo de fotodermatosis, pero existen manifestaciones clínicas comunes que permiten identificarla con relativa facilidad. En el caso más habitual, que es la erupción polimorfa lumínica, los síntomas aparecen entre 30 minutos y 2 horas después de la exposición social y pueden aguantar durante varios días si no se toman medidas.
Algunos de los signos más comunes son enrojecimiento localizado en las zonas expuestas al sol, como escote, brazos, hombros, cuello o piernas; picor intenso que a veces va a acompañado de escozor o sensación de calor; erupciones cutáneas con aspecto de granos, pápulas o incluso pequeñas ampollas que pueden ser confundidas con acné o reacciones alérgicas alimentarias; descamación o irritación persistente en las áreas afectadas, incluso después de evitar el sol; y en algunos casos, sensación de malestar general o dolor leve en la piel.
Una característica de esta alergia al sol es que estas reacciones no aparecen en la cara con tanta frecuencia, ya que es una zona más expuesta durante todo el año y, por tanto, más acostumbrada al sol. También es común que los síntomas vayan disminuyendo a medida que va avanzando el verano porque la piel va a acostumbrándose poco a poco a los rayos UV.
Es muy importante no confundir la alergia al sol con una quemadura solar convencional, ya que esta última suele producirse por una exposición prolongada e intensa sin protección al sol, mientras que la fotodermatosis puede aparecer incluso tras unos pocos minutos de exposición moderada.
¿Cómo actuar si aparece la alergia al sol?
Cuando aparecen síntomas compatibles con una posible alergia al sol, como pueden ser enrojecimiento, picor intenso o erupciones cutáneas, es crucial actuar con rapidez para evitar que la reacción empeore y se alivie el malestar.
El primer paso es proteger la piel afectada de la luz solar directa. Lo ideal es buscar sombra, cubrir la zona con ropa ligera y transpirable o utilizar una sombrilla si se está al aire libre. Para calmar el picor, se pueden colocar paños húmedos y fríos sobre la piel afectada. Es mejor evitar poner hielo sobre la piel porque podría dañarla más. Además, se pueden utilizar cremas que contengan ingredientes como aloe vera, calamina, camomila o avena, muy útiles para reducir el enrojecimiento y el escozor.
Aunque el picor sea muy intenso, se debe evitar rascarse debido a que podría empeorar la inflamación, favorecer la aparición de heridas e incluso aumentar el riesgo de infecciones.
Si las reacciones se repiten a menudo, abarcan una superficie grande del cuerpo o si el malestar es persistente, es esencial acudir a un dermatólogo. Éste podrá confirmar el diagnóstico, descartar otras enfermedades y pautar un tratamiento específico para poder tratarlo.
A pesar de que algunos medicamentos son de venta libre, se recomienda evitar automedicarse sin consejo profesional, ya que algunos medicamentos incluso pueden empeorar la reacción si no son empleados correctamente o hay una interacción con otros tratamientos.
