Salud

Los aditivos que no debes combinar en tus comidas para disminuir riesgos de enfermedades

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Se recomienda limitar el consumo de alimentos ultraprocesadosFreepik
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Hoy en día, el ritmo acelerado del día a día y la comodidad han hecho que se transformen nuestros hábitos alimenticios. Cada vez son más los productos ultraprocesados que forman parte de nuestras despensas: sopas instantáneas, comidas precocinadas, refrescos, bollería industrial o salsas preparadas. Aunque estos alimentos pueden sacar de un apuro, contienen en su composición una serie de sustancias que no son beneficiosas para la salud, sobre todo cuando se consumen de manera habitual.

Los aditivos alimentarios como son los colorantes, conservantes, emulsionantes o edulcorantes artificiales, son componentes añadidos con el objetivo de mejorar la textura, sabor, color o duración de los productos. Investigaciones recientes han comenzado a señalar que algunos de estos aditivos no solo podrían tener efectos negativos por separado, sino que combinados entre sí, pueden multiplicar su efecto en el organismo.

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El estudio que encendió las alarmas

En abril de 2025, un equipo de investigadores del Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica (Inserm) de Francia publicó un estudio en la revista PLOS Medicine que ha generado una importante preocupación en la comunidad científica y entre los consumidores. Durante un periodo de 7,7 años, este estudio analizó los hábitos alimenticios de 108.643 adultos franceses con el objetivo de investigar cuál era la relación existente entre la exposición a combinaciones de aditivos alimentarios y la incidencia de diabetes tipo 2.

A diferencia de investigaciones anteriores, las cuales evaluaban los efectos de aditivos individuales, este estudio buscaba centrarse en las mezclas de aditivos alimentarios, por lo que ha sido considerado pionero, reflejando así el consumo real de los productos ultraprocesados, donde coexisten múltiples aditivos en un mismo alimento.

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Los investigadores identificaron cinco combinaciones comunes de aditivos presentes en una amplia variedad de alimentos industriales. De estas, dos mezclas mostraron que estaban significativamente asociadas con un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, incluso después de ajustar por factores reales como pueden ser la calidad nutricional de la dieta, el consumo de energía, alcohol y otros posibles factores que pudieran generar confusión.

La Dra. Mathilde Touvier, la directora de investigación del Inserm y coordinadora de este estudio, destacó que este era el primer estudio que estima la exposición a mezclas de aditivos alimentarios en un conjunto amplio y, además, la relaciona con la incidencia de diabetes tipo 2. Aunque los resultados no parece que establezcan una relación causal directa, sí que sugieren que ciertas combinaciones de aditivos podrían representar un riesgo modificable e innecesario para esta enfermedad.

Combinaciones de aditivos a evitar

El estudio identificó dos mezclas específicas de aditivos que, cuando se consumen juntas de manera habitual, podrían aumentar el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.

Mezcla de edulcorantes, colorantes y acidulantes

Esta combinación suele estar presente en bebidas y refrescos edulcorados artificialmente. Normalmente, incluye aditivos como el ácido cítrico, citratos de sodio, ácido fosfórico, ácido málico. En cuanto a los colorantes, se encuentran el caramelo de sulfito amónico, antocianinas o extracto de pimentón. Los edulcorantes que se suelen encontrar en estas bebidas son acesulfame-K, aspartame y sucralosa, además de emulsionantes como la goma arábiga, pectina y goma suar. El consumo habitual de esta mezcla se asoció con un aumento del 13% en el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.

Estos hallazgos sugieren que la combinación de ciertos aditivos alimentarios, los cuales suelen estar presentes en muchos productos ultraprocesados, podría tener efectos sinérgicos negativos en la salud metabólica. Todavía se necesitan más estudios para poder comprender cuáles son los mecanismos exactos, pero estos resultados respaldan las recomendaciones que ya se daban desde salud pública aconsejando limitar el consumo de aditivos alimentarios no esenciales.

Mecanismos de acción perjudiciales

Aunque los aditivos alimentarios están regulados y aprobados por las autoridades sanitarias de la Unión Europea, como la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria), estos controles suelen centrarse en la evaluación de cada aditivo por separado. El problema reside en que, como señalan los investigadores del Inserm, en la vida real los consumidores ingieren a diario mezclas de estos aditivos, no individualmente. Los mecanismos por los cuales estas combinaciones pueden resultar perjudiciales son variados, y en algunos casos, están interconectados.

Uno de los mecanismos más estudiados estos últimos años es el efecto de algunos aditivos, como los emulsionantes y edulcorantes sobre la microbiota intestinal. Estas sustancias son capaces de alterar la composición y diversidad de las bacterias intestinales, lo que puede provocar disbiosis: un desequilibrio que se ha relacionado con mayor inflamación, resistencia a la insulina y desarrollo de enfermedades metabólicas, incluyendo la diabetes tipo 2 y obesidad.

Por otro lado, algunos colorantes y conservantes han sido vinculados a un aumento de los marcadores inflamatorios cuando entran en combinación con otros aditivos. Estas sustancias pueden generar radicales libres o interferir con las vías de señalización celular, lo cual favorece procesos inflamatorios crónicos de bajo grado que están directamente relacionados con enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y metabólicas.

Los edulcorantes artificiales como el acesulfame-K, la sucralosa o el aspartamo, aunque no aportan calorías, pueden alterar la respuesta del cuerpo a la glucosa. Cuando se combinan con otros aditivos como acidulantes o emulsionantes, pueden inducir resistencia a la insulina.

Además, cada aditivo tiene un umbral de ingesta diaria aceptable, pero cuando se consumen juntos de forma habitual, se puede correr el riesgo de superar esos límites combinados. Esto puede provocar sobrecarga en órganos como hígado o riñones, especialmente a personas con patologías previas.